A pesar de mis prejuicios contra Von Triers, me gustó Melancholia en Cannes (un poco larga me pareció) y me ha gustado ahora, que la he vuelto a ver (aunque me sigue pareciendo larga). Y eso que tira de esa artificiosa retórica de la cámara en mano, con barridos y tirones de zoom, como si la boda de la primera parte estuviera rodada por algún niño al que le hubieran regalado una minidv.
Para empezar (y terminar) Melancholia tiene una estupenda secuencia de arranque y otra de final. Vemos una limusina que queda encallada en una tortuosa carretera de montaña. Una pareja de novios tontea mientras el chófer intenta salir del atolladero. Al final llegan con horas de retraso al castillo kitsch en el que se celebra su boda, que descubrimos que pertenece al cuñado. La primera parte es la celebración, una fiesta en la que todo se va descomponiendo poco a poco. Justine, la protagonista y novia, va emergiendo como una maníaco-depresiva con brotes depresivos. Hay dos momentos importantes en los que se acerca primero a su madre y después a su padre, para tener una conversación. Ambos la dejan tirada. La madre ha hecho un discurso en el que manifiesta su disgusto por el matrimonio y ha denunciado la boda como un ritual vacío. El padre se comporta como un adolescente que liga con sus compañeras de mesa, de la misma edad que la hija, el típico bufón incestuoso.
¿Sobre qué quiere hablar la hija con sus padres? Obviamente sobre su deseo y su goce. Es evidente que padres tan modernos y transgresores le han cerrado todo camino para saber de su deseo. Curiosamente, Melancholia parece participar de la habitual crítica conservadora a la deconstrucción: la denuncia como mascarada de todo discurso no lleva a la liberación del sujeto, sino a su colapso, al encontrarse sin armadura simbólica para afrontar (en este caso) el encuentro sexual. La denuncia de la madre del matrimonio como un espacio ridículo, y las palabras que lega el padre a la hija, una vergonzante huida ante la súplica de Justine, sumen a la hija en la crisis psicótica con que se inicia la segunda parte.
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