jueves, 31 de diciembre de 2009
El día en que conocí a Iván Zulueta
miércoles, 30 de diciembre de 2009
La Contrarreforma sublime
Ya se ha contado muchas veces, en los sesenta un montón de directores con décadas de oficio a las espaldas dieron carpetazo a su filmografía entre la indiferencia generalizada, mientras la crítica y supongo que el público se rendían a las nuevas escrituras cinematográficas, que hoy nos parecen trabajos de parvulario.
Algunas de esas obras han ascendido a los altares, como Gertrud y el último Ford; otras, como Un gánster para un milagro o La condesa de Hong Kong, parece que tendrán que esperar un poco a que soplen tiempos más propicios (cito las que he visto en los últimos meses en el cine).
Hace unos meses se anunciaba a bombo y platillo el descubrimiento de una filmación amateur de Chaplin haciendo el chorra en un yate, o algo por el estilo, descrito en los medios como un hallazgo capital; por la calidad de la copia que pasaron ayer en la Filmo de La condesa de Hong Kong (A countess from Hong Kong; el artículo indeterminado del título original es clave) no parece que nadie se haya tomado la molestia de cuidar la última película del director, película que, si hacemos caso al programa de mano, no tuvo en su día elogios y se tuvo que conformar, en el mejor de los casos, con defensores.
A countess from Hong Kong es, por supuesto, magistral, melancólicia en su condición de autoconsciente emblema de un fin de raza (Chaplin, que se había despedido de su personaje en Candilejas y de su condición de figura pública en Un rey en Nueva York, sólo aparece brevemente como el veterano jefe de camareros del barco) y bastante altiva, orgullosa de mostrar como se hacía un cine que estaba en vías de saparición.
martes, 29 de diciembre de 2009
Cahiers
2. Vincere , Marco Bellochio
3. Inglourious Basterds , Quentin Tarantino
4. Gran Torino , Clint Eastwood
5. Singularités d’une jeune fille blonde , Manoel de Oliveira
6. Tetro , de Francis Ford Coppola
7. Démineurs , Kathryn Bigelow
8. Le Roi de l’évasion , Alain Guiraudie
9. Tokyo Sonata , Kiyoshi Kurosawa
10. Hadewijch , Bruno Dumont
lunes, 28 de diciembre de 2009
Avatar y otras derivas
Un marine atormentado y paralítico se sueña aprendiz de ancestral guerrero en una cultura que podríamos considerar tradicional si no fuera porque descubrimos que el ministerio de la igualdad ha pasado por sus vidas y allí las mujeres son también guerreras y cazadoras, y ninguna se dedica a tener hijos. Esta tribu vive en comunión con la naturaleza a través de una deidad femenina, Eywa, una corriente de energía que se comunica a través de todos los seres vivos, a excepción, por supuesto de los falócratas y judeocristianos humanos, que sólo pueden salir a la jungla con prótesis para respirar y sólo observan la naturaleza a través de monitores y una óptica depredadora. Donde pone humanos hay que leer wasps, porque allí no hay negros y las escasas mujeres militan en el campo de los buenos, esto es, los humanos que quieren comprender y compartir el conocimiento de la tribu.
La trituradora narrativa
Hay quien considera el ecologismo de la peli de parvulitos, pero da la impresión de que Cameron se lo cree. Se le puede considerar la versión (todavía más) políticamente correcta de la Fuerza de Lucas, con su rollito femenino, pero el director ya apuntaba maneras en Abyss (que por otro lado es mi película favorita de Cameron). De todas maneras el director y guionista se nutre de infinidad de fuentes y se ve que se lo ha trabajado, porque consigue una fluidez narrativa de notable eficacia: en la sesión en la que estuve hubo que interrumpir durante bastantes minutos la proyección para atender a un espectador, justo cuando comenzaba el último acto, y nadie se movió de la sala aunque ofrecieron devolver el dinero de la entrada al que lo solicitara. Aún así, se le puede echar en cara (como hizo mi hijo mayor, que se quejaba de que la narración era en exceso previsible) que la trituradora haya pergeñado un producto demasiado apto para todos los públicos y casi sin aristas. Un ejemplo: como sabe cualquiera que haya leído un par de manuales de antropología, o haya visto Un hombre llamado caballo, los ritos de iniciación de cualquier tribu guerrera incluye el dolor físico y la inscripción del mismo en el cuerpo (vamos, que se acaba con cicatrices), experiencia límite que aquí se nos hurta. En su favor, decir que Avatar incluye lo más aproximado al derrumbe de las torres gemelas que el cine de ficción norteamericano se ha atrevido a representar explícitamente.
El padre ejemplar
Cuando a mis hijos les conté que un avatar en la mitología hindú hace referencia a la encarnación de una divinidad (Krishna es considerado el avatar más perfecto), mi hijo mayor se sorprendió de que supiera esas cosas: él lo había leído en wikipedia y le parecia extraño que se adquiriese conocimientos por otras vías. También les conté que la peli tenía bastantes referencias a las anteriores películas de Cameron, y en mi afán pedagógico pensé en enseñarles algunas (sobre todo Aliens y Abyss, que no han visto), pero como mi hijo mayor empezó a vacilarme con el hecho de que Alien era una antigualla y que no se creía las películas de ciencia-ficción viejas, decidí empezar por esa obra fundacional, y ayer les puse la cinta de Ridley Scott, que por supuesto les dejó pegados al sillón de casa y con la boca abierta. Alien es lo contrario de Eywa, también una deidad femenina pero en su vertiente más psicóticamente destructiva (que en el film tiene su "doble" cibernético pero igualmente letal e insensible en Madre, que es como se llama el programa informático que controla la nave y que ha dado la orden de que se sacrifique a la tripulación para preservar a su versión orgánica).
Las cifras
Como la principal publicidad que se ha hecho de Avatar es que es el film más caro jamás rodado (cosa que tampoco está clara), miro las recaudaciones a día de hoy: en 10 días lleva más de 400 millones de dólares en todo el mundo, la taquilla no desciende con el paso de los días, arrasa en el formato 3D (que a mí me parece una chorrada). Imagino que a estas alturas ya le han pedido a Cameron que vaya escribiendo la segunda parte (¿volverán los humanos a Pandora con mogollón de avatares avanzados, cual terminators de segunda generación?), aunque entre manos parece que tiene otro proyecto llamado Battle angel, que no tiene pinta de ser un proyecto indie precisamente. Es probable que Avatar anuncie el cine del futuro, o al menos el único cine que mueva a la gente a salir de su casa y gastarse una pasta en ver una película en una sala, pero está claro que es un cine que van a poder hacer muy pocos.
jueves, 24 de diciembre de 2009
Sólo hombres
Ayer estuvimos de velada familiar teatral en el Español, disfrutando del breve (80 minutos) montaje que Daniel Veronese ha hecho de la conocida obra de Mamet Glengarry Glen Ross, que James Foley adaptó para el cine con un reparto de relumbrón (no he visto la película). La verdad es que se pasa tan rápido que todo el público se queda desconcertado cuando los actores salen a saludar. Curiosamente, un par de días antes me había visto Reservoir dogs, con la que comparte el hecho de que está protagonizada exclusivamente por hombres, y en ambos casos éstos se dedican a destrozarse entre sí.
¿Cómo se nombra "Lo Mujer" en estas obras? En la pieza de Mamet hay una hija al que el personaje más patético es incapaz de cuidar, y está también la esposa de un cliente que reina despiadada sobre su vida. En Reservoir dogs nos encontramos con lo femenino en la celebrada primera secuencia del film, el desayuno en el que asistimos a una sucesión de teorías acerca de "Like a virgin" o, dicho de otra manera, a la interrogación acerca del goce femenino. No recordaba que la última palabra sobre el asunto la enarbola el propio Tarantino, que explicita aquí uno de los leit motiv subterráneos de su obra, el anhelo imposible de un falo que pueda hacer gozar a la mujer.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Derivas
Leyendo en el metro
(El primer libro de Eudora Welty que leo)
Paulette Goddard es mi favorita entre el maravilloso elenco de actrices que acompañó a Chaplin en su filmografía. La copia que proyectaron ayer en la Filmo de Modern Times era impecable, repiten el próximo domingo.
Vintage
Llueve dos días en Madrid y ya estamos hartos del agua, después de añorar la lluvia durante todo el otoño. Saco mi gabardina del armario, donde lleva más de 10 años colgada (como la mitad de mi vestuario). En el metro me doy cuenta de que soy el único que sigue usando gabardina, ya definitivamente suplantada por el abominable anorak, como si viviéramos en el Polo Norte.
Constructivos
La exposición de Popova y Rodchenko en el Reina Sofía resulta apasionante, no tanto por las obras constructivistas que pueblan las paredes (y ante las que dudo que ningún visitante se vea acometido por el síndrome de Stendhal), sino porque nos recuerda la enorme energía e ilusión que despertó la Revolución Rusa, que fue vista como un nuevo amanecer para la humanidad, de una forma similar, aunque en otra clave, a como los primeros puritanos que arribaron al Nuevo Mundo soñaban con una tierra en la que no operase el pecado original (la exposición tiene un plus, el film que Boris Barnet realizó sobre los acontecimientos del 17, y en el que colaborá Rodchenko).
martes, 22 de diciembre de 2009
Derivas
Casi 20 años después
Vi Reservoir dogs en el primer pase del primer día de estreno, hace muchísimos años, claro, en el Alphaville, sin saber nada de ella, desde luego, ni idea de quién era Quentin Tarantino. El domingo me llevé a mi hijo mayor a la Filmoteca para volverla a ver, probablemente hasta la misma copia, la sala abarrotada de jóvenes que seguramente la veían por primera vez en pantalla grande, en cualquier caso ya no una mirada inocente después de tanto tiempo y tanto Tarantino. Yo me dormí, aunque lo que vi me gustó; a mi hijo supongo que también, porque ha seguido viendo películas del director.
lunes, 21 de diciembre de 2009
Un rey en Nueva York
La obra de Chaplin queda escindida por la llegada del sonoro y la necesidad de desembarazarse del personaje que hizo popular hasta extremos que nos resulta difícil imaginar. En los años 30 Chaplin consigue poner en pie dos obras totales en los que lleva al extremo las posibilidades del personaje de Charlot (Luces de la ciudad y Tiempos modernos), pero es evidente que no puede prolongarse su existencia basada en un arte a extinguir con la imposición del diálogo, el de la pantomima.
Entre Tiempos modernos y La condesa de Hong-Kong (un film tan poco valorado que ni siquiera aparece en el pack de 10 filmes que al parecer están muy bien editados por MK2 a partir de excelentes masters digitales, que es lo más parecido a la eternidad a lo que puede aspirar una obra humana, pack que no está claro si refleja o instituye el canon chapliniano) transcurren 30 años en los que el director consigue hacer cinco películas. Salvo en la citada condesa hongkonesa, en la que si mal no recuerdo Chaplin reduce su presencia a una escena, en el resto el director aprovecha para hablar por los codos y soltar soflamas que hay que leer como discursos que articulan directamente su pensamiento.
En Un rey en Nueva York Chaplin reflexiona sobre el rol del director venido a menos que ha perdido el favor del público (la revolución que lo expulsa del poder no está formada por aguerridos proletarios sino por pulcros burgueses de clase media, los mismos que luego veremos en la sala de cine o en la puerta del hotel solicitándole autógrafos no en tanto artista sino en cuanto celebridad) y que debe sobrevivir viviendo de los dividendos que le procura su fama, que no su arte olvidado, arte al que no se olvida de homenajear en una excelente secuencia en un restaurante en el que tiene que utilizar la mímica para describir a un ensordecido camarero los platos que desea consumir, y en un representación en que se pone en escena uno de los gags más conocidos de El Gordo y el Flaco.
Si el Vagabundo era un desharrapado que hizo millonario a su creador, aquí el personaje que interpreta es el de un monarca arruinado que vive en la opulencia. Chaplin se explaya en una sátira en el que dedica pullas a casi todo lo que le rodea, empezando por el scope y acabando por la educación "creativa", aunque lo más duro se lo dedica al Comité de actividades antiamericanas (Chaplin vivía fuera de EEUU en ésta época, casi exiliado; la película se rodó en Londres y tardó 25 años en estrenarse en Estados Unidos, según leo). En una de las secuencias más siniestras de su filmografía (que por otro lado tiene bastantes más aristas de lo que parece a simple vista) el hijo de una pareja de profesores acusada de simpatizar con el comunismo es conminado a denunciar a los amigos de sus padres, delación que dejará hundido anímicamente al niño (interpretado por el hijo del director, lo que añade espesura al asunto).
Por lo leído en los folletos que reparte la Filmoteca, la recepción los filmes "parlantes" de Chaplin denotan bastante desconcierto, un educado respeto y cierta decepción. La verdad es que he visto recientemente en pantalla grande Monsieur Verdoux y Candilejas, además de Un rey en Nueva York, y me han parecido películas enormes, y bastante sorprendentes; imagino que con el paso del tiempo habrá crecido su prestigio crítico, aunque dada la pereza del estamento académico tampoco lo daría por seguro. Espero poder acercarme a ver El gran dictador y La Condesa de Nueva York (que hace décadas que no veo) y confirman mi entusiasmo por el Chaplin parlante.
viernes, 18 de diciembre de 2009
Judíos en Argentina
jueves, 17 de diciembre de 2009
Dos fotografías
Remaining a perpetual possibility
Only in a world of especulation.
T.S.Elliot, Burnt Norton
Voy a la sala de exposiciones que tiene La Fábrica en la calle Alameda aconsejado por Mercedes, con la idea de ver una exposición de Marina Abramovich, excusa ideal para reencontrarme con un gran amigo de la adolescencia, que trabaja en la editorial, y que me desengaña: la expo de Marina se ha clausurado ya ("Da miedo en persona", me cuenta); se acaba de inaugurar una de Gregory Crewdson, del que no sé nada. En la sala que tienen a nivel de calle hay varias fotos de tamaño medio, espacios vacíos y desolados, en la penumbra del atardecer o de las primeras luces de la mañana. En algunas aparece un nutrido equipo de rodaje, así que aventuro que tal vez se trate de las fotos de un rodaje, las obras no tienen títulos. En el piso de abajo me encuentro con las fotos "de verdad". Tres enormes fotografías, con una textura pictórica, dos de ellas en exteriores, la otra la que está aquí colocada. Espectaculares, descubro que el equipo de rodaje es el que mueve el fotógrafo para su trabajo, que tiene un diseño de producción cinematográfico. La habitación de motel donde esa mujer madura descansa su desolación es un decorado. La referencia más clara es Hopper, claro, y Lynch, aunque lo primero que se me viene a la cabeza cuando la veo es el motel más famoso de la historia del cine, el de Norman Bates, y uno se imagina a Janet leigh esperando eternamente a ese amante esquivo que nunca llega o al aesino que no se atreve a traspasar la puerta.
Cerca de allí, en el Caixa Fórum, Hannah Collins presenta también fotos en formato grande, de índole diferente. La que me llama la atención es la que aparece a la izquierda, una estantería arrumbada que apenas se sostiene en pie pero que todavía alberga unos cuantos libros desparramados, bastante deteriorados por la humedad y con pinta de no haber sido abiertos en años, pero que tienen trazas de haber sido muy concurridos en sus buenos tiempos. Aquí es Pedro Costa y sus espacios devastados lo que se me aparece, hay algo de esperanzador en esa permanencia de la palabra humana en los ámbitos más improbables. El título cambia completamente la perspectiva de lo que leo en la foto. resulta que estamos en la casa natal de Nelson Mandela, convertida en Monumento Nacional, preservada (o reconstruida) su pobreza como recuerdo de un pasado ominoso y como homenaje a un héroe y como atracción turística políticamente correcta.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
En el comienzo de los tiempos
martes, 15 de diciembre de 2009
Love exposure
lunes, 14 de diciembre de 2009
Wakefield & wife
domingo, 13 de diciembre de 2009
Sobre una teoría acerca de un cierto tipo de final suublime
Ayer me sorprendió descubrir el sustrato obsceno que tienen varios gags, que giran acerca de una posible homosexualidad de Charlot: esta imagen de la primera secuencia en que es "sodomizado" por una estatua, la mañana en que despierta en la misma cama que el millonario que sólo lo reconoce cuando está borracho, el boxeador que confunde sus atenciones con un intento de flirteo. En otras ocasiones es lo escatológico lo que se utiliza explícitamente (el protagonista trabaja en un momento dado recogiendo las heces de los animales de tiro que van por la calzada). Esta obscenidad socava el registro sublime en que se mueve la narración, aunque de lo que quería hablar era del final, probablemente el más célebre de la historia tras el de Casablanca.
Hay películas que se disuelven porque el relato alcanza una encruncijada narrativa irresoluble: una ley implícita a la narración obliga a un devenir que el mismo texto ha hecho imposible. En este caso tenemos a la Cenicienta que acaba de reconocer a su príncipe azul, lo que implica su aceptación como pareja, cosa que es imposible puesto dentro del film porque el principe ha resultado ser un sapo (el reconocimiento se produce cuando Charlot acaba de salir de la cárcel y está en el punto más bajo de su indigencia, sin camisa siquiera).
A pesar del registro memorablemente sublime de la escena (que según la leyenda Chaplin rodó cientos de veces), algo inquietante se filtra en cierta carga vagamente siniestra de la sonrisa del actor/director, sobre cuyo primerísimo primer plano se cierra en fundido la película, como si quisiera dejar claro su derecho de posesión sobre la narración. City Lights es un film sobre el sacrificio del narcisismo, ya que el personaje sabe que la ayuda que brinda a la heroína al devolverle la vista lo excluirá en ese mismo instante de su espacio libidinal, ya que él siempre le ha hecho creer que es un millonario y ella se dará cuenta en cuanto recobre la vista de que no es así, pero el director se muestra incapaz de renunciar a ese final en el que se inscribe como amo del mundo narrativo que filma, algo por otro lado acorde con lo poco que sé de la megalomanía de Chaplin y su control férreo del rodaje (por cierto, que algo ligeramente diferente ocurre con Clint Eastwood, que lleva años inscribiendo en sus finales su abandono definitivo del espacio de la ficción en cuanto actor -o más bien en cuanto icono-, llegando al extremo de lo operístico en Gran Torino, para volver a recaer una y otra vez en el mismo).
sábado, 12 de diciembre de 2009
Programa doble de los 70
A pesar del rollito erótico del cartel Suspiria sorprende por lo casta que es; en el año 77 una peli española ambientada en una academia de danza para señoritas nos las hubiera sacado duchándose y poniéndose el camisón con cualquier excusa. Aquí no, aquí las chicas van vestidas para la danza, en elegante ropa de calle o en victorianos camisones cuando las van a abrir en canal. Suspiria es una de las pelis más descabelladas que he visto nunca, y probablemente no vuelva a sentir algo así, dado que, aunque parezca increíble, es el primer film de Argento que veo, y todavía ando tan alucinado que no sé si me ha gustado o no, pero ya los siguientes no serán lo mismo.
viernes, 11 de diciembre de 2009
Estonia y el colapso de la URSS
Engachado a Chabon
Pues fue abrir esta novela y quedarme pegado a ella, y este comentario lo escribo en un descanso de mi lectura compulsiva, cuando ya se me echa encima la decepción de ver el final y percibir el adelgazamiento que inevitablemente sufren las novelas negras cuando se ven obligadas a ir cerrando las vías narrativas que han abierto.
El libro es una novela negra, como digo, y bastante ortidoxa en su desarrollo y con un respeto curioso a los arquetipos del género, empezando por el protagonista, un detective cuya vida personal se ha hundido a raíz de su divorcio y que intenta mantener un resto de ética a base de alcohol y desesperación. La trama está muy bien trazada y Chabon se dedica a dibujar un fino entramado de simetrías y ecos para demostrar que es un escritor serio pero que no se impone al lector.
Y el truco del libro (que yo desconocía antes de empezar a leerlo) está en que todo transcurre en una ucronía, un tiempo y espacio realista pero fruto de unos leves cambios en la Historia (bueno, no tan leves, sobre todo para los judíos) tras la Segunda Guerra Mundial. Como uno de los placeres del libro es ir descubriendo los paralelismos entre este mundo ligeramente desplazado y el que nos aparece todos los días en el Telediario detengo el comentario aquí.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Marx 2: Las uvas de la ira
No sé como se sentiría Ford con este material narrativo, una historia en la que vemos como la autoridad patriarcal se derrumba, incapaz de hacer frente a la nuevas condiciones con el bagaje moral recibido, y en el que emerge como figura fuerte esa madre que se va haciendo con las riendas del relato y el espacio en el plano. En cualquier caso se muestra leal con la historia: en ausencia del padre, la relación de un estupendo Henry Fonda con esa madre progresivamente inmensa se va escorando hacia el lado incestuoso, e incapaz de inscribir su pulsión (en un ámbito político, por ejemplo) en una articulación plausible, acaba cometiendo un asesinato que le expulsará definitivamente del espacio familiar.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Marx 1: Goytisolo
En un gesto de indudable valentía, me he hecho con un ejemplar del que se denomina (a sí mismo) como un escritor marginal y perseguido, y es considerado por sus exégetas como el último escritor insobornable y radical sobre la tierra (del castellano). Por extrañas razones no hay que buscar sus libros en las catacumbas de la edición semiclandestina, no: Goytisolo publica en Alfaguara, Mondadori, Seix Barral, Galaxia Gutenberg, y sus artículos aparecen en El País, eso sí, siempre haciendo alarde de lo minoritario que es. Tan es así que corren rumores de que hubo un año que se pierde en los anales de las eras míticas en que ninguna universidad de verano le dedicó un curso, leyenda ésta que alguno considera inverosímil, y otros que tal vez se refiera a la época en que Goytisolo todavía no había publicado nada, e incluso hay extremistas que susurran por lo bajo que la tierra ha conocido felices eones en que no se conocia El Curso de Verano de la Universidad, pero esos son los menos y no se atreven a dar la cara.