Manifiesto de eñe"El conjunto Sistema Literario Que Escribe en Lengua Española se divide en dos subconjuntos: los que luchan en la Guerra Civil Española y los que luchamos en la Guerra de las Galaxias" (Octavo punto del decálogo pergeñado por Mallo y Vilas en su tiempo libre durante el Festival EÑE celebrado hace unos meses en el Círculo de Bellas Artes, y publicado en el último número de Quimera)
Ya contaba Mallo en el Babelia de la semana pasada que a él no le interesaba nada la guerra civil española, pero no se entiende que esa sea razón para irse a vivir a ese universo de chichinabo que se inventó Lucas, con esos tres adolescentes a los que les hacía falta un buen par de bofetadas y en donde el único personaje en condiciones, Darth Vader, acababa resultando un calzonazos.
Se ve que Marías nunca fue extranjero en Egipto
"Cuando hoy leo sobre escritores actuales que pasan por supermodernos y “rupturistas” y “mutantes”, no puedo evitar reírme: no sólo nacen la mayoría anticuados porque repitan fórmulas ya gastadas y estériles de los años setenta, sino que, al lado de Aliocha Coll, que lleva dos decenios enterrado, sus propuestas son cuasi galdosianas, por mucho “ciberespacio” que metan en sus obras tan perecederas. Me temo que son carne de tan pronto olvido como el propio Aliocha Coll, con la salvedad de que él nunca estuvo de moda ni fue jaleado por los tuertos críticos, y por tanto jamás pudo abandonar ese olvido al que se entregó deliberadamente."
(Javier Marías, Todavía parte de este mundo, artículo publicado en El País semanal el 31 de enero de 2010)
No se entiende que Marías aproveche una sentida semblanza de su amigo Aliocha Coll para arremeter contra los escritores que vienen detrás (generacionalmente) de él, y más cuando parece muy improbable que el exquisito escritor se haya tomado la molestia de leerse nada del grupo que nombra a bulto. Pero el fragmento me ha recordado un artículo prácticamente idéntico de hace unos 20 años, en que era Umbral el que la tomaba contra Marías y sus compañeros de quinta con idénticos argumentos: que si pensaban que habían descubierto el mediterráneo cuando lo que escribían era más viejo que la tina, y que si eran unos ignorantes que no le llegaban a Cela ni a la suela de los zapatos (Cela arremetió también en su día contra Muñoz Molina en otro artículo en que le calificaba de "doncel tontuelo" y que dio mucho que hablar).
Tampoco me imagino a ningún escritor francés utilizando despectivamente el término "flaubertiano" o "stendhaliano" para descalificar la literatura de un colega (o a uno inglés poniendo a parir a otro acusándole de escribir como Dickens).
Los peligros de la droga
"El ganador de 4 Grammys latinos Ramón Ayala fue detenido en diciembre, junto con los músicos de su banda Los Bravos del Norte, acompañados de 24 sexoservidoras (eifemismo poético con el que se nombra a las prostitutas) acusados de complicidad con el crimen organizado por encontrarse en una fiesta organizada por uno de los grandes capos de la droga. Los músicos y las putas fueron los únicos detenidos."
(La literatura del narco, por Marc Caellas, en el último número de Quimera)
2 comentarios:
Ignacio ECHEVARRÍA en El cultural. Parece que no han caido bien.
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26603/El_escritor_como_publicitario
No veo yo tampoco que esta generación haya descubierto el autobombo: pensemos en Oscar Wilde, por ejemplo.
Lo que se han encontrado son mecanismos accesibles para tener presencia social constantemente (o sea, la blogosfera).
Es obvio que ninguno de los recursos que utilizan los escritores de las nuevas generaciones es nuevo, pero tampoco lo eran los que utilizaron, por ejemplo, Cervantes y Joyce (salvando las distancias, claro). Lo novedoso sería como utilizan recursos propios de la modernidad literaria para establecer una relación diferente con el lector, basada en la gratificación del reconociomiento de los códigos y referentes utilizados, por poner un ejemplo, lo que los diferencia de los mecanismos deconstructores y distanciadores de buena parte de la novela del siglo XX. Y es ese paradigma de lectura el que debería ponerse en cuestión, no darle vueltas a si estos chicos son más o menos modernos.
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