Un poco pesada la obra de Bretch en el Valle-Inclán. A mí ya me pilló la época en que el alemán andaba algo desprestigiado por su estalinismo, así que no había leído la obra, que se centra en una mujer (Madre Coraje) que atraviesa Europa durante la Guerra de los Treinta años con una carreta en la que acumula cualquier cachivache con el que pueda comerciar. La carreta es una prolongación de su vientre materno y una casa a escala reducida, es todo su mundo y para mantenerlo acaba sacrificando a sus hijos.
Estos hijos no tienen padre, o tienen padres diferentes que han desaparecido a lo largo del tiempo. Ella domina y esclaviza a sus hijos; en ausencia de una figura masculina que establezca una distancia con el cuerpo materno éste tiende a devorarlos. Probablemente sea la principal aportación del patriarcado a la historia de la humanidad, esa construcción que Freud llamó el complejo de Edipo, y que él ya conoció en su declive. Freud unía el comienzo de esta estructura al surgimiento del monoteísmo y el establecimiento de la Ley de ese súper padre que es el Dios de Abraham y Moisés.
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