domingo, 21 de marzo de 2010

Inside Daisy Clover



Inside Daisy Clover comienza con el 15 cumpleaños de la protagonista. Natalie Wood aparece disfrazada de golfillo callejero fumando un cigrrillo, con aspecto de ser mayor y a la vez más ingenua de lo que corresponde a su edad. En seguida sabemos que hay una marcada ausencia de la figura paterna (el padre abandonó mujer e hija 7 años atrás) y que la madre vegeta en una excentricidad rayana en la locura (si bien tiene algo de visionaria), madre de la que Daisy Glover debe encargarse, invirtiendo el orden lógico de las relaciones intergeneracionales.


En ese mundo bastante precario (viven en una especie de carromato de feria) aparece un productor de cine (Swan) para llevarse a Daisy y con todas las papeletas para ocupar ese hueco libre de la figura paterna, cosa que hace en seguida de manera inquietante, metiendo a la madre biológica en un manicomio e inventándo un pasado en el que los padres están muertos. Hay una esposa (Melora) algo fría pero comprensiva, elegante, inteligente. También hay una estrella joven con pinta de hijo rebelde (Robert Redford) que seduce a Daisy y le insta a rebelarse contra el padre, si bien uno, al final de la película, recuerda que quien le guió hasta él fue la mujer del productor, y sabemos por la parábola del hijo pródigo que es el hijo transgresor el mejor candidato a reproducir la ley paterna.



Total, que la pobre Daisy se mete en un entramado libidinal pavorosamente incestuoso: aunque ella no puede percibirlo, es manifiesta la ausencia de deseo que circula entre Swan, el productor, y su mujer Melora, con lo que ambos vuelcan su deseo en Robert Redford, marcado desde su presentación por el estigma de la debilidad (su primera aparición la hcace tumbado y medio borracho en la alcoba matrimonial de los Swan, con lo que ya nos podemos imaginar el resto), y que nada quiere saber de la diferencia sexual ni del compromiso, y huye aterrado de las personas a las que acaba de seducir (en el caso de Daisy dos veces, tras su primer encuentro sexual y tras su noche de bodas).
Swan aprovecha la indefensión sentimental de la chica abandonada para dar sienda suelta a sus pulsiones incestuosas, y Daisy acaba agarrándose a su madre, a la que se lleva a vivir a una casa aislada al borde del mar (hay que ver lo que le gustan a Mulligan las casas aisladas, por lo que veo). La madre muere, y el brote psicótico que espera a Daisy la encuentra en un plató, durante una secuencia extraordinaria que Lynch ha debido de vérsela varias veces antes de hacer Inland Empire. Ya no cuento más, el final es algo desconcertante y ambiguo (¿rompe Daisy con todo este entramado axfisiante o asistimos al definitivo estallido psicótico?).
La película es excelente, filmada en un formato panorámico que acentúa la soledad de los personajes, aislados en pasillos inmensos, rodeados de estatuas y espejos que duplican la frigidez emocional del mundo que rodea a Daisy, y empequeñecidos en enormes platós, la mayor parte de los cuales están inundados de un negro bastante siniestro.






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