El ayudante de producción se levanta temprano por la mañana y se dirige al salón para ver la hora en un reloj que alguien le regaló por su boda. Tiene los números romanos y las agujas floreadas. Es bastante feo, pero se ha acostumbrado a él. Encima de la mesa negra que hay en medio del salón, y que está desplazada hacia una de las paredes, ve una botella de leche casi terminada. Es una botella de plástico de las que hay que guardar en el frigorífico. El ayudante recuerda que su hijo le prometió la noche anterior que guardaría la botella, y se fija en que la botella es cuadrada. Piensa que antes las botellas de leche, ya fueran de plástico o de cristal, eran redondas, la forma adecuada para que la mano agarre una cosa. Pero piensa que, al igual que muchos otros productos, los hacen de esa forma y ese tamaño para que se almacenen más fácilmente en el frigorífico. Que acertar o fracasar con una forma adecuada, o con los cierres de los tetrabricks, puede suponer un incremento o disminución de ventas notable. Y también los comerciantes presionarán para meter el mayor número de productos en un expositor. Y habrá especialistas para conseguir botellas cuadradas que se adapten bien a la mano. Como la casa del ayudante de producción es bastante pequeña, a estas alturas ya ha guardado la botella en el frigorífico y se olvida de ella.
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