domingo, 10 de abril de 2011

El embarazo en los tiempos del tedio


Que Nueve lunas, el famoso libro de Gabriela Wiener sobre su embarazo, se haya descrito como un "paseo por el lado más salvaje de la maternidad" sólo puede significar que los modernos no tienen embarazadas a su alrededor, o que la lectura del libro ha estado contaminada por Sexografías, el otro libro reportaje de la escritora peruana, que trata, al parecer, de clubes de intercambios de parejas y demás triviales perversiones de la sentimentalidad del capitalismo realmente existente, ése que se alimenta de la errancia compulsiva del deseo.

Wiener se mueve con habilidad entre varios registros, aunque la parte del león se refiere, obviamente, a su relación con ese cuerpo que muta siguiendo leyes que le son ajenas (y ante el que no puede evitar, aunque lo intente, caer en el sentimentalismo más o menos cursi). Analiza y se ve sometida a todos los discursos (en su mayoría pasablemente delirantes) que atraviesan el tema de la maternidad en nuestros días, desde la magnificación del mito del parto natural hasta las pseudociencias astrológicas, pasando, por descontado, por todo el conocimeinto científico. Aunque resulta evidente que el texto se escribe en un presente bastante más aseado económicamente, Gabriela era una inmigrante sin trabajo en la carísima Barcelona de mediados de la pasada década cuando se quedó embarazada, y otra parte del león del libro son las cuitas de los pacientes de una Seguridad Social tan eficiente como impersonal, habitada tanto por despiadados psicópatas como por ángeles custodios.

De paso hace balance de su pasado como cuerpo femenino, lo que a los ojos de un lector objetivo da un balance bastante negativo (una adolescente completamente descerebrada que antes de los veinte se queda embarazada dos veces de un yonqui, lo que da lugar a dos abortos clandestinos en Lima), y como hija, especialmente en lo que se refiere a la tortuosa relación con su madre, que, tal como es descrita, resulta una madre completamente normal (bien, es cierto, una madre progre, pero da igual, la madre es la Madre, y los adjetivos que se le pongan después son completamente secundarios), lo que hace que desee con toda su alma un hijo varón, ante el temor de repetir con su hija la misma relación maternoo-filial.

Wiener da un montón de datos sobre el mundo del embarazo; estos días les comentaba a mis amigas feministas si no les hacía gracia que se considere la legalización del aborto como una conquista fundamental en los derechos de la mujer (una de esas ficciones piadosas, como lo de que la libertad de prensa es un puntal de nuestras libertades civiles, un discurso que sólo se puede mantener si uno no lee los periódicos ni ve las cadenas de televisión), y que las mujeres en India y en China aborten masivamente cuando descubren que el embrión es femenino. Y no, no les hace gracia.

1 comentario:

cristi dijo...

La verdad es que no hace gracia, pero hay que reconocer que es una paradoja extraordinaria. Personalmente, creo que esta ley sobre el aborto queda bastante huérfana, y que deberia ir acompañada de una transformacion radical de la ley de adopciones; Quizá algo no tan excesivo como en yankilandia, pero cercano a eso.