Prènom: Carmen debe de ser la última película por la que a Godard le dieron un premio importante (el León de oro en Venecia, con Bertolucci como presidente del jurado, si no recuerdo mal), y tiene casi 30 años. También es una de las películas clave para los comentarios de este blog acerca de la manera en que el cine contemporáneo retrata la figura del director (básicamente, como un idiota, un farsante o un incompetente). Godard hace de Godard, un director condenado a la afasia creativa que vegeta en un hospital psiquiátrico (el Godard "verdadero" también estuvo ingresado), y al que su sobrina, a la que sedujo, o violó, cuando tenía 13 años, lía para que vuelva a rodar, en realidad una tapadera para cometer un secuestro.
Si bien el cine es retratado como un mundo habitado por imbéciles y/o sinvergüenzas, Prènom: Carmen dedica buena parte de su metraje a filmar un cuarteto de cuerda que ensaya minuciosamente una obra de Beethoven. Aquí Godard elogia sin ambages la disciplina y la dedicación que se exige al intérprete, un mediador que se sacrifica para entregar una pieza sublime al resto de la humanidad. Sarcásticamente, el film ilustra la conocida antítesis godardiana entre arte y cultura: la bellísima pieza musical finalmente sirve de hilo musical en el casino de lujo donde el rodaje/secuestro tiene lugar.
Prènom: Carmen pertenece a esa pléyade de extraordinarias películas de los 80 que Godard llenó de igualmente extraordinarias mujeres: los planos de Marushka Detmers iluminada por el sol de Bretaña al amanecer son de lo más hermoso que han filmado el tándem Godard/Coutard. La Detmers hace de Carmen, cineasta y delincuente (que, como vengo diciendo, en la peli vienen a ser sinónimos), que se encapricha de un gendarme un poco de pacotilla (Joseph, claro) durante un atraco descacharrante, especie de homenaje al slapstick. Si bien la cosa parece que funciona, al menos la primera noche, en seguida ella pierde interés, consiguiendo que él se obsesione y meta la pata de todas las maneras posibles en estos casos, básicamente suplicando de rodillas o intentando forzarla, caminos infalibles para que una mujer te desprecie.
Rodada en plenitud de facultades, Prènom: Carmen pasa de las extraordinarias secuencias de cámara en que asistimos a la imposibilidad del encuentro sexual a unas desopilantes escenas de grupo, el atraco, el secuestro, o uno de los juicios más demenciales de la historia del cine, con la abogada defensor y el fiscal arrojándose citas del Libro de los Proverbios como toda argumentación, mientras que los hermosos planos de los ensayos riman con las imágenes del mar que, como el film, unas veces hace gala de una serenidad paradisíaca y otras está azotado por tensiones irresolubles.
Y, como bonus, aparece Myriem Roussel, tan hermosa que invadiría dos años después el metraje de Je vous salue, marie, prácticamente el último texto en Occidente que ha tratado el embarazo en clave sublime.
5 comentarios:
Ah, el Godard de los 80, no he visto nada pero no dejo de leer maravillas "Prenom", "Passion"... Las tengo que buscar.
Son películas no tan populares de Godard pero se entiende con una filmografía tan extensa y con la normal vocación de seleccionar siempre la obra de todo artista, luce paradójico que un director ironice sobre su condición de creador pero me gusta eso, en la literatura eso de pretenderse Dios me suena bastante excesivo aunque se refieran al uso de un significado. Un abrazo.
Mario.
Yo creo que está editado casi todo, la edición en dvd que he visto estaba muy bien de imagen pero el formato era 4:3.
Godard repetía como "idiota" (aunque de tipo diferente) en Nous sommes tous encore ici, de la Mièville, que algo sabrá del asunto.
Abbas
La duquesa de Alba se ha metido con Inka, si redactas un manifiesto de apoyo lo firmo.
Los ricos son así de raros. Yo también me enteré de las declas de la nueva musa de la modernidad, no entiendo que a todo el mundo se le caiga la baba con la boda esta de la muchimillonaria y el gigoló.
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