lunes, 26 de septiembre de 2011

Los (nuevos) héroes solitarios



Drive ha resultado ser un hipnótico noir postmoderno, una propuesta muy autoconsciente de género en el que parece que sus autores han luchado a brazo partido para que no se les cuele ningún ramalazo de ironía o sarcasmo: para evitar que aquello derive en un Tarantino de segunda mano, Winding Refn parece haber tirado de sus visionados de Bresson. El film se apega a los códigos y arquetipos del cine negro y vuelve a contar el periplo de un héroe solitario al que, por azares de la trama, unos gánsters vienen a tocarle las narices. Por el camino se encuentra con una mujer y su hijo, y descubre que además de para llanero solitario sirve para encarnar la posición del padre, ya sea al lado de la madre o al lado del hijo. No hay personajes, los actores encarnan a actantes que hacen avanzar la narración, muy bien rodada con una puesta en escena muy estilizada. Drive da por hecho que el espectador acumula una gran memoria visual, y se dedica a gratificarle "limpiando", o purificando, la narración arquetípica. El resultado es bastante satisfactorio, y uno, como espectador, agradece que algunas películas sean así, y que, desde luego, no todas las películas sean como esta.

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