viernes, 18 de abril de 2008

Otra vida de una ayudante de producción


La audiencia de Balas de Plata de anoche ha sido de 10,6%, seis puntos menos de share que el primer programa. Si esto sigue así, no lesauguro más de los 13 programas firmados en un inicio.


Hoy el conductor de la ruta ha sido conductora, una gratificante variación. Como nota curiosa, llevaba acoplado en el primer asiento a un compañero a modo de apuntador que le desgranaba meticulosamente la ruta. Eso no sucede cuando el que sustituye al conductor es otro conductor del género masculino. No he tenido más remedio que concluir que a las mujeres, cuando nos encontramos en puestos insólitos a nuestra condición, nos tratan con una deferencia (esa deferencia un poco ofensiva, como cuando alguien le explica algo a un niño cortito); que en este caso redunda en el buen servicio a los usuarios, que no tenemos que gesticular como posesos cuando el autobús hace amago de saltarse la parada. En esta sociedad se supone que el hombre ha de abrirse paso a codazos, sin preguntar, porque es autosuficiente y no necesita a nadie (como ejemplo preclaro, ese conductor sin guía ni explicaciones previas -pa qué- dando frenazos cuando los usuarios le advertimos a gritopelao: "¡eeehhh que aquí hay parada!". "¡Claro, como no me lo dicen atiempo!"). En cambio a las mujeres nos llevan de la mano como si fuéramos un poco tontitas, y los avispaos de cada "bando" se aprovechan de las supuestas ventajas de ambos roles. Y así nos va atodos/as.


En fin, es que se me han mezclado esta mañana en la cabeza, con los restos de sueño, la nueva conductora y las dos aspirantes a putas de lujo que se desgañitaban en el fragmento de OT que tuve ocasión de ver ayer en Youtube. Distintos modelos de mujer, pero la misma condescendencia siempre ahí, bajo la superficie.


Para ponerle una sonrisa al día tan nublado, una foto de mi sobrino en su plenitud de los cuatro meses de vida. Espero que sus padres le críen, dentro de lo posible, en un sano desprejuicio de los roles de género.

1 comentario:

abbascontadas dijo...

El nombre perfecto para esa condescendencia es paternalismo, que incluye la noción de masculinidad y superioridad jerárquica. Lo curioso es que seas tan sensible a todas sus manifestaciones. También le puedes dar la vuelta, y sostener la teoría de que los roles deberían estar completamente separados, y que lo que hicieran las mujeres lo tuvieran los hombres completamente vetado, y viceversa, siendo la adscripción de tareas completamente arbitrarias.