jueves, 24 de abril de 2008

Yo también tengo una vida como ayudante de producción!

En el Curso de Español tenemos una actriz que interpreta a un personaje episódico que es una auténtica petarda. Una bruja. Y una mindundi, al mismo tiempo, porque en realidad no es nadie y no creo que su proyección como actriz sea de largo alcance ni en un futuro próximo ni lejano.

El caso es que desde el primer día que vino a grabar (ha tenido cinco sesiones en abril y tendrá cuatro sesiones en mayo) no ha parado de poner pegas a todas las cosas que yo le decía: que si la recogíamos demasiado temprano, que si su camerino es demasiado pequeño, que si sus secuencias estuvieran más agrupadas haría planes para poder irse antes, que si cuántas secuencias va a tener en mayo, que cómo va a evolucionar su personaje, que si por favor alguien de producción le pediría un taxi o "algo" (¡tenemos dos conductores!) para acompañarla a casa, que qué rollo tener que repetir secuencias, que qué rollo tener que esperar en los tiempos muertos, o hacer pausas... y terminó cavando su propia tumba en la jornada de ayer, en el control de realización, llamandonos cosas muy feas (al equipo de producción, o sea, a mi) que soy incapaz de reproducir en un blog público, porque se aburría miserablemente mientras le tocaba esperar de nuevo a bajar a plató. Lo que demuestra que esta chica,además de ser tonta, desconoce totalmente el medio en el que trabaja, porque los mismos que están en el control de realización son mis compañeros de programa, despacho y fatigas.

Yo ya había manifestado mi incomodidad por la actitud de esta muchacha, teniendo en cuenta que el resto de los actores son estupendos, encantadores, cariñosos, no ponen pegas, si necesitan algo lo piden amablemente, si discrepan plantean sus dudas con educación y entienden que si se les paga por sesión la jornada dura ocho horas. Además, había sorprendido varias carusas y mohínes variados en el plató ante alguna orden de la directora del programa. Pero los insultos hacia mi persona, que por supuesto me trasladaron los compañeros de realización de manera inmediata, fueron la gota que colmó mi paciencia. Se lo he contado a Isabel (se perfectamente que Isabel me aprecia mucho y que tiene en cuenta todas mis opiniones) y ella inmediatamente ha dicho que no está dispuesta a tolerar semejante actitud, por lo que las cuatro secuencias que nuestra Nayra tendrá en mayo serán las últimas que tenga en nuestro programa. Ya se lo ha comunicado al productor ejecutivo y ha dado la orden a los guionistas para que la envíen a estudiar a Canadá. Creo que nadie del equipo lo lamentará (bueno, si, Josito, el conductor, que dice que está buena, pero como yo soy de Valentín y este último piensa que tampoco es para tanto, la opinión de Josito y sus penas me traen al pairo).

Sé que está muy mal decirlo, pero estoy increiblemente contenta de que este episodio haya terminado así, y de pronto he sido consciente del poder que puede llegar a tener un ayudante de producción en un programa. Lo que Nayra jamás sospechará es que habrá dejado de ingresar 300 euros por día de trabajo en Televisión Española por intentar tratar a la ayudante de producción como si fuera su asistente personal.

3 comentarios:

Los Piris dijo...

¡Tiene razón Enrique!

¿Y ese fondo manipulador hasta ahora ignoto? Has cogido tu pequeña parcelita de poder y ahora te vas a dedicar a sembrar en el alma de tus compañeros pequeñas apreciaciones que, por acumulación, permitirán que defenestren a alguien!

Desde luego, miss Austen nunca lo habría aprobado (Esther sí).

abbascontadas dijo...

Pues no sé qué traducciones de Jane Austen habrás leído, pero a Susana le queda un rato para llegar a la Fanny de Mansfield Park, que hunde a toda su familñia de adopción para llevarse a su primo al altar y a la cama.
Eres injusta con Susana!

Los Piris dijo...

Tienes razón, no me había acordado de Fanny. Aún recuerdo las ganas que tenía de tirar el libro a las procelosas aguas atlánticas cuando lo leía, allí en Lanzarote. Fanny es la más manipuladora y farisea heroína que he visto nunca.