Hasta en Segovia hace un calor entre axfisiante y abrasador, que este es un blog interactivo que permite que el lector elija los epítetos que más le gusten, y entre axfisias y abrasamientos apetece poco salir a la calle, y es el momento de recuperar experiencias que se creían perdidas en la noche de los tiempos, como es verse una película en la primera, con anuncios y la tele en el salón, mientras el resto de la familia termina de cenar y anda en animada conversación. Así que ayer noche medio intuí Hellboy, una película de las que Guillermo del Toro hace en Estados Unidos. Parece ser que está basada en un cómic, que imagino que será de culto, que parece que no hay tebeo que no lo sea, y el prota es una especie de monstruo infernal redimido, o ganado para la causa del bien, por un padre simbólico con pinta de profesor universitario del siglo XIX (la película mezcla con bastante gracia estéticas high tech, decimonónicas, urbanas-versión deteriorada- y góticas).Que a Guillermo del Toro se le da bien este tipo de encargos se demuestra con comparar la entrega de Blade que dirigió, la segunda, con la infame que vino después. Se nota que le encanta el género y que se toma en serio el material narrativo del que dispone, aunque sea tan delirante como éste, en el que aparecen nazis, Rasputín, unas primas hermanas de alien y unos monstruos geniales que se ve que se lo han currado, como el golem especialista en el manejo de la espada, o esa especie de hombre pez adivino y manifiestamente gay. Afortunadamente del Toro todavía piensa que la puesta en escena es un valor a tener en cuenta y no tira de retórica publicitaria para acumular planos y resolver secuencias mediante suma cuantitativa de tomas. Pero a estas alturas supongo que imaginaréis que lo que más me mola de la peli es esa chica que entra en incontrolada incandescencia en cuanto se le da un sopapo (genial la escena del sueño y del hospital), y es que mucho más apocalíptico que esos bichejos infernales con el barbitas a la cabeza (del que no acabé de entender para qué quería cargarse el mundo) es el goce desmelenado de la mujer.
1 comentario:
De culto a la fuerza
sólo un apunte: los tebeos son todos de culto porque no les queda más remedio. Las tiradas son cortas, los ejemplares caros, y los fans escasos. Así que un fan de un cómic de culto defiende su parcelita con fiereza porque él sólo se tiene que hacer valer por diez o doce, comparativamente hablando de, por ejemplo, los fans del fútbol.
Y no hay más remedio que sean de culto porque a veces hay que hacer lo imposible para conseguir tal o cual edición. Pero ¿qué es mejor? ¿Que tu cómic preferido se edite con penurias o tenerlo hasta en la sopa como a Tintín, Mafalda o Garfield?
Debe existir un término medio entre la ignorancia olímpica y la saturación comercial sin significado. Por ejemplo, deberían poner lectura obligatoria de algunos tebeos (los "clásicos", que hay muchos) en las escuelas, para que dejaran de leer ese manga infame (¡fans del manga, todos contra mi!).
Mientras, me quedo por coherente y honesta con la decisión de Bill Watterson, que nunca ha querido que se haga merchandising con sus entrañables Calvin & Hobbes.
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