martes, 31 de agosto de 2010

Underworld


Un leve desconcierto asalta al espectador de mi generación al rato de empezar a ver esta bastante entretenida película: como se sabe, en ella los vampiros y los hombres-lobo andan a la greña, una enemistad ya consolidada en el género pero que me da la impresión que es bastante reciente, pero como no soy especialista en el género, dejo esta cuestión a Mercedes.

El caso es que la película opta por articular el punto de vista de los vampiros, que son presentados como un cruce de decadente aristocracia francesa y plantadores sureños, y vienen a ser una especie de corte con intrigas palaciegas a la espera del complicado y ritualizado cambio de monarca. Los hombres-lobo, sin embargo, pertenecen a la cultura de resistenccia del proletariado: en realidad parecen un sindicato de mineros, porque, en vez de andar por mansiones barrocas, habitan oscuros y húmedos pasadizos. Así que uno no acaba de entender como el film presenta a los pijos monárquicos como los buenos, mientras que los malos se dedican a hacer reivindicaciones revolucionarias.


Hay que decir que esta contradicción se va resolviendo progresivamente: si en un principio parece que el film tira hacia el argumento shakesperiano en el que dos herederos pugnan por hacerse con la legitimidad que da encarnar adecuadamente la Palabra del Padre fundador, posteriormente la trama se complejiza (o más bien se "manieriza") con el desvelamiento de ese (en teoría) Padre simbólico como Amo obsceno y (por descontado) incestuoso.

La película tiene ese look de esteticismo publicitario que parece obligado en el género: siempre es de noche y la luz es fría, que el director de fotografía debe de haber acabado con todos los filtros azules del mercado, y hay secuencias que tienen el punto efectista que da el hacer anuncios (como el plano en que vemos a la prota entrar por primera vez en la mansión de los vampiros, y descubrimos a todos esos metrosexuales lánguidos disfrazados de libertinos dieciochescos), pero tiene cierta economía narrativa propia de la serie B, y no se dedica a esas demenciales proliferaciones narrativas tipo Matrix (o algún Blade).


Pero el punto fuerte del film es la actriz protagonista, Kate Beckinsale, a la que el látex pegado como una segunda piel y la palidez espectral le dan un alto voltaje erótico. Desgraciadamente, como es norma en la generación de fascinantes doncellas fálicas que han asaltado la pantalla en los últimos tiempos (Milla Jovovitch o Angelina Jolie), nadie la despojará del traje, y es que ¿qué encuentro sexual es posible cuando es la mujer la que enarbola orgullosa el falo?

2 comentarios:

Los Piris dijo...

Enrique ¿hemos visto la misma película? Porque me leo tu entrada sobre este bodrio relleno de "defectos" especiales y no salgo de mi asombro.
Para mí, no es más que otro videoclip sobredimensionado cuyo guión haría sonrojar a los alumnos de parvulitos, de simple que es. En cuanto al contenido, me parece que los grupos de personajes están bien delimitados en su forma tosca (los buenos amonarquizados, los malos obreros del subsuelo) y coincido con Enrique en que la doncella fálica está muy bien encarnada por Kate Beckinsale. Eso sí, la factura es horrible: esos efectos especiales del todo a 100 y la luz perpetuamente azul, que transforma todo en una suerte de País de los Pitufos siniestro. Me reitero en que es una de las películas más prescindibles dentro del género mixto fantasía/ciencia-ficción y dentro de la historia del cine en general.

abbascontadas dijo...

Bueno, es que es una serie B total. Nos hemos dejado en el tintero el muy divertido hecho de que el vampiro trepa y traidor es un sosias de... Rafa Nadal!!!