sábado, 30 de enero de 2010
Para calassianos madrileños
Provocación
(Provocación, Stanislaw Lem [1984], Editorial Funambulista, traducción -muy buena- de Joanna Bardzinska y Kasia Dubla)
El primer ensayo de Provocación es un largo comentario de El genocidio, una magna obra en dos volúmenes que el historiador alemán Horst Aspernicus publicó en 1980. Obra que, evidentemente, no existe. Lem prolonga en este libro el artilugio utilizado en Vacío perfecto, la reseña de obras imaginarias. Imagino que tira de este truco para establecer cierta distancia con el material que trata, que es obvio que le afecta profundamente (leo en el prólogo de David Torres que Lem escapó por los pelos del Holocausto). Lem pertenece a ese conjunto de pensadores que considera que sólo la Teología (o más bien ciertas categorías teológicas) puede hacerse cargo de lo que supuso el masivo asesinato de judíos y las condiciones en que se llevó a cabo. Así, establece una sugerente cadena de razonamientos que sitúa el aniquilamiento como eje central del nazismo, por encima de sus aspiraciones imperialistas, y lo enlaza con el desplazamiento que ha efectuado la cultura occidental de la muerte desde el puesto central que antaño tenía en la experiencia humana hasta el borrado simbólico que se ha ido llevando a cabo en los últimos siglos de progresos sociales y científicos.
Lem hace apasionentes reflexiones acerca del hecho, que habitualmente se da por sentado, de que los nazis obligaran a sus víctimas a ir desnudas a las cámaras de gas, una obligación que les obligaba a una labor de "seducción" (como narra uno de los entrevistados en Shoah). Esa última humillación, que según Lem no se aplicaba a los judíos guerrilleros o combatientes, que eran fusilados con la ropa puesta, no obedecía a cálculos económicos, ya que la mayoría de los judíos eran pobres y poco podía hacerse con una ropa que debía de llegar en lamentable estado. Según Lem, la desnudez de los condenados era parte de la escenografía que parodiaba el ritual del campo de exterminio, y que tenía que ver con la iconografía cristiana del Juicio Final. Así, los SS se veían como amos absolutos que asistían a la condenación inapelable del pueblo "elegido", en una inversión demoníaca, obscena y absolutamente kitsch de las representaciones habituales de la tradición judeocristiana.
(la segunda parte de Provocación es la reseña de otro libro imaginario, Un minuto humano, un intento demencial de narrar lo que hace toda la humanidad en un minuto determinado).
viernes, 29 de enero de 2010
Hoy voy a intentar escribir una entrada muy breve
jueves, 28 de enero de 2010
It for the weekend & other stories
Bresson se pasó décadas dándole vueltas a una adaptación del primer libro de la Biblia, proyecto que al parecer tenía bastante avanzado, y que ponía los pelos de punta a los productores que se acercaban a él (a Carlo Ponti le dijo que no se verían los animales que acompañaban a Noé en el arca, sólo sus huellas, aunque conociendo sus métodos de trabajo, seguro que las imprimía una a una con bichos de verdad).
El último artista en acercarse al Génesis ha sido Robert Crumb, cuya versión ilustrada se publicó el año pasado en España de la mano de La Cúpula. Por los comentarios que he visto, los lectores de Crumb no leen la Biblia, y los periodistas no leen la Biblia ni tampoco a Crumb. La adaptación de Crumb es literal, y hasta consigna las traduciones que ha empleado (la edición española ha tirado del Nácar y Colunga, con ese aire vagamente anticuado que tiene, a medio camino entre la de Cipriano Valera y las contemporáneas, que le va bien a la edición). No hay ironía ni parodia, se ve que el autor se ha empollado la ingente producción iconológica que hay en Occidente alrededor de las principales historias y se ha preocupado de que resulte verosímil el entorno (pre)histórico en que se mueven los personajes. Hay el mismo sexo y la misma violencia que en el texto original (en realidad menos) y lo más interesante es el efecto que produce el separar en viñetas y bocadillos la narración pasmosamente rápida del original, lo que en muchos casos da especial relevancia a réplicas y situaciones por las que uno pasa rápido al leer el texto. No sería raro que el libro se vendiera en las librerías religiosas; como bien dice Crumb al comienzo, en una introducción que demuestra su genuino interés por el proyecto, la diferencia principal entre su adaptación gráfica y las que habitualmente se encuentran en las librerías es que la suya es más literal y respetuosa.
Polanski y los educados ajustes de cuentas de Jacob
Sigo leyendo a saltos el entretenido libro de memorias de Gilles Jacob. si bien sólo me interesan, curiosamente, los cotilleos de los certámenes de los que tengo memoria. En la época en que Bresson llevó El dinero (parece ser que en un pase bastante tumultuoso), en el año 83, Cannes proyectaba un corto antes del largometraje (costumbre que mantienen algunos festivales, como Valladolid, aunque cannes ahora prefiere proyectarlos agrupados y desgajados de la selección oficial), y Bresson exigió que antes de su film no se proyectase nada, y si se hacía, que se estableciera un "cordón sanitario" de unos minutos (¡media hora!) de interrupción entre una proyección y otra (y algo se le concedió).
Pero al personaje al que más páginas dedica es a Polanski y a su paso devastador por la presidencia del jurado. Polanski declaró antes del festival que premiaría a la película que le diera dos horas de placer, y arremetió contra los filmes pretenciosos. Parece ser que machacó todo lo visto hasta el último día (especialmente La belle noiseuse, que sólo tuvo detractores en el jurado); y Jungle fever, una de las pocas que encontró favor a sus ojos, se topó con el odio visceral hacia el director de Whoopi Golberg, también en el jurado y en guerra abierta con Spike Lee desde El color púrpura por lo menos. Barton Fink se proyectó el último día, y Polanski decidió que prácticamente todos los premios se los llevara ella, la Palma de Oro, la Mejor Dirección y la Mejor Interpretación Masculina para Turturro, y dejando claro que se lo daban por Barton Fink y no por Jungle fever, donde también salía (intentaron convencer a Polanski de que se lo dieran a Dutronc por su portentosa recreación de Van Gogh en la igualmente portentosa peli de Pialat, pero al jurado tampoco le gustó el film y despachó al actor diciendo que los holandeses no hablan con ese acento).
Es una pena que los cotilleos no lleguen a la edición del 99, la de Cronenberg de presidente y el escándalo de Rosetta y L'humanité, pero como todo se sabe Almodóvar ha comentado alguna vez (siempre que le hemos entrevistado en Cannes) que, aunque era el favorito junto con Lynch, el canadiense odiaba los filmes de ambos (Todo sobre mi madre y Una historia verdadera), aunque a Almodóvar le cayó la mejor dirección. También nos ha contado la experiencia (despiadada) de ser jurado, y de hecho anunció que dejaba de mandar películas a competición después de participar en uno (por cierto, también se sabe que él vetó a Emma Thomson para la Palma a la interpretación femenina, cosa que la actriz sabe perfectamente).
Cuenta Jacob también, siguiendo con directores españoles, que Saura (y Wajda) declinó el ofrecimiento de ser presidente del jurado, porque no le parecía bien juzgar las obras de sus colegas. Otra anécdota que muestra lo puntilloso que es el presidente del festival, al que sólo he visto cuando recibe a los responsables de las películas de la selección oficial en lo alto de las legendarias escaleras rojas del Palais: Almodóvar hizo unas declaraciones a la prensa (siguiendo esa irrefrenable tendencia a ser un bocazas que tiene) en las que decía que Cannes no se había portado bien con el cine español (que también son ganas viendo como le trata la industria española), comentario que le sentó fatal a Jacob, que le envió una carta con el título de las 73 películas españolas que habían competido en la sección oficial.
miércoles, 27 de enero de 2010
Tres veces Cronenberg
Ayer me tropecé en la bibliotece del Instituto Francés con el libro de memorias que Gilles Jacob, casi eterno director del festival de Cannes, ha publicado recientemente con el título (algo pomposo) de La vie passera comme un rêve, y que es un conjunto de recuerdos del tipo "estaba comiendo con Clint Eastwood cuando un terremoto sacudió Los Ángeles" o "Alain Delon me llamó furioso porque no le había ido a recoger la limusina prometida al aeropuerto". En el libro aparece la pasmosa lista de nombres que uno puede imaginarse si está interesado en el mundo del cine y sigue la vida de los festivales, y se parece al que publicó Diego Galán no hace mucho sobre el Festival de San Sebastián, con la (insalvable) distancia que separa a los dos certámenes de por medio.
Uno de los relatos habituales se refiere a la dificultad para hacerse con un nombre para el puesto de presidente del jurado (estamos hablando de Scorssese, Eastwood, Lynch, Kar-Wei, ese nivel, vamos). Coppola aceptó y se echó para atrás por desacuerdos con la película de inauguración (New York stories, uno de cuyos sketches era suyo), y Jacob consiguió que Wenders aceptara el puesto después de que Bertolucci le contestara que la próxima vez le eligiera como primera opción. Jacob repescó años después a Coppola para el mismo trabajo, el año en que Cronenberg presentaba Crash, que se llevó el Premio a la Mejor Dirección, si mal no recuerdo, a pesar de que Coppola no la había votado. Jacob cuenta que fue un eficaz y democrático presidente.
Hoy Crash es consideradsa una obra fascinante y clave en el cine de los noventa, pero en su día fue recibida de uñas por buena parte de la crítica, y no sólo por Boyero y sus mariachis, que según me contó Weinrichter casi le pegan a la salida de la proyección del Palais cuando les dijo que la consideraba la mejor película del festival; y hasta Jacob cuenta que fue muy cuestionado por seleccionar este film (yo puedo confesar que me aburrió, a pesar de lo extraordinariamente bien rodado que está).
Cronenberg sería presidente del jurado en la legendaria edición en que se presentaban Una historia verdadera y Todo sobre mi madre (las favoritas de todo el mundo), y en las que vencieron Rosetta (la última película a proyección) y L'humanité, una especie de revisitación hermético metafísica de Simenon con un Maigret autista y santo, de tres horas de duración, que había espantado a la mitad de la crítica (en mi inmodesta opinión una de las cinco mejores películas europeas de los últimos veinte años, y que vi tras peregrinar a Gijón y con veinte grapas recién estrenadas en la cabeza tras hacerme una brecha en la cabeza la misma tarde de la proyección).
La lista de Cahiers
1. Mulholland Drive, David Lynch
2. Elephant, Gus Van Sant
3. Tropical Malady, Apichatpong Weerasethakul
4. The Host, Bong Joon-ho
5. A History of Violence, David Cronenberg
6. La Graine et le mulet, Abdellatif Kechiche
7. A l’ouest des rails, Wang Bing
8. La guerre des mondes, Steven Spielberg
9. Le Nouveau monde, Terrence Malick
10. Ten, Abbas Kiarostami
En la misma biblioteca me tropecé con el último número de Cahiers, donde habían puesto a sus redactores a elegir las mejores películas de la década, para emular a Sire, y por tercera vez a lo largo de la tarde me encontré con el nombre de Cronenberg, atravesando esplendoroso década tras década. En el IMDB aparecen tres proyectos suyos en preparación, del que el más conocido es la adaptación del Cosmópolis de DeLillo que está en marcha de la mano de Paolo Branco (al que le debe de haber caído del cielo un montón de pasta para haberse metido en ese fregado). Como es habitual en estos casos las listas individuales son más interesantes que la lista promedio, en la que en cualquier caso sólo me chirría el Kechiche, para mí un film sobrevalorado (en Francia, porque en España pasó, por contra, injustamente desapercibido), aunque a mí me guste más A.I. (sobre todo en compañía de Minority report, una pareja de films descomunales que abrieron una muy buena década de cine fantástico y de ciencia-ficción) que La guerra de los mundos y tal vez cambiase a Bong Joon-ho por Shyamalan (en mi caso The village, cada uno tiene su Shyamalan favorito).
martes, 26 de enero de 2010
La donación psicótica
lunes, 25 de enero de 2010
Shoah II
domingo, 24 de enero de 2010
Viendo Shoah I
Lanzmann consigue incluso que uno de los respnsables de un campo le explique minuciosamente el funcionamiento del mismo, en una larga entrevista grabada (supuestamente, aunque hay algo raro en la escena) con cámara oculta. Tras las habituales disculpas acerca del desconocimiento de lo que le esperaba, el personaje en cuestión se muestra bastante animado y didáctico, y hasta orgulloso de lo conseguido en uno de los campos más "artesanales", Chelmo, donde los judíos eran gaseados en camiones.
viernes, 22 de enero de 2010
Mundo maravilloso
"Supongo que se puede decir que Mundo maravilloso es una novela conscientemente tardo-modernista (en la acepción que le da a este término Vicente Luis Mora)"
Mundo maravilloso es un libro muy divertido. Hay un atraco perfecto, en cuyo centro hay un treinteañero algo peterpanesco obsesionado con la muerte de su padre. Hay madres que son versiones postmodernas de la madrastra de blancanieves (con un rostro petrificado por la cirugía estética y la gelidez emocional), y figuras paternas que compiten por ver quién alcanza mayores cotas de obscenidad: Bocanegra, el amo del lado oscuro del ocio ampurdanés, y Farinas, un policía que por ahora (página 200) no aparece demasiado pero que resulta todavía más siniestro que su doble con nombre de pirata. También hay una Lolita completamente desexualizada, una niña de 12 años lúcida y nihilista, adicta a Stephen King (del que Javier Calvo se atreve a hacer un pastiche del que yo creo que sale airoso, si bien no he leído casi nada de él), que además de formar parte de la trama sirve para homenajear a Nabokov.
A mí el libro me recuerda más a los autores que Calvo traduce que a sus compañeros de generación patrios, por lo que secundaremos su petición de que le borren en Wikipedia como miembro de la generación nocilla.
jueves, 21 de enero de 2010
La Jetée, por primera vez
Dado que no es del todo imposible que alguien lea esta entrada y tampoco haya visto esta película (que no llega a la media hora de duración), termino recomendándola encarecidamente, y más si se es aficionado a la ciencia-ficción y a las historias de amor tristes y hermosas.
miércoles, 20 de enero de 2010
Sherlock Holmes
He recordado al tropezarme con el cartel de la película que en mis periplos festivaleros he entrevistado tanto a Jude Law (por My blueberry nights) como a Robert Downey Jr (Kiss kiss, bang bang), en ambos casos los dos tenían pinta de haberse corrido una juerga importante la noche anterior y parecían tener todavía menos interés que yo en la entrevista, lo que ya nos aproxima a magnitudes cercanas a la nada más absoluta, aunque recuerdo que Jude Law se enderezó algo en la silla cuando la cámara empezó a funcionar, y al finalizar le pedí que se quitara las gafas de sol un momento, porque iba con el encargo de averiguar si sus ojos eran tan azules como se ve en la patalla (y lo son). Robert Downey sólo pareció animarse cuando dije que la entrevista había terminado, sin haber consumido los cuatro minutos cronometrados que tenía para hacerla.
martes, 19 de enero de 2010
Dos cuentos de los sesenta
".. y después, mirando por las ventanas, vio que el lugar estaba vacío"
John Cheever, El nadador
"entre tantos desconocidos donde nadie sabía nada de los otros, donde todo el mundo miraba fijamente hacia delante, exclusivamente hacia delante"
Julio Cortázar, La autopista del sur
Los dos cuentos son de mediados de los sesenta y se cuentan (merecidamente) entre los más conocidos de sus respectivos autores. Los dos comienzan con una escena anodinamente realista (un matrimonio bien toma un aperitivo en el chalet de unos vecinos, un ingeniero vuelve a París tras haber pasado el fin de semana en el campo) para tomar un desarrollo que los sitúa sutilmente en el ámbito de la literatura fantástica: el protagonista del cuento de Cheever decide volver a su casa a través de las piscinas de las casas que le separan de la suya; por el camino vamos percibiendo cambios en la apreciación social del personaje para acabar descubriendo que en esta especie de Odisea paródica asistimos al deterioro de toda una vida; en el de Cortázar un embotellamiento adquiere tintes míticos al prolongarse indefinidamente, se suceden las estaciones sin que ninguna instancia parezca tomar cartas en el asunto, nunca conocemos a qué es debido la inmovilidad de los coches, según pasa el tiempo se forman proto estructuras sociales que, al final, sospechamos son frutos de la ensoñación del protagonista, y de sus anhelos de verdaderos vínculos sociales.
lunes, 18 de enero de 2010
Lanzmann en Madrid
domingo, 17 de enero de 2010
Belinchón me alegra el día
sábado, 16 de enero de 2010
La Deidad Oscura
Shoah acaba de editarse en dvd en España, pero yo me he tropezado con una edición escrita de las entrevistas (Arena libros, 2003, traducción de Federico de Carlos Otto), ordenadas con un fraseo similar al de la sucesión de subtítulos, y sin más indicación que el nombre del entrevistado, con lo que no hay apoyo audiovisual para interpretar la relación de las palabras con su enunciación: a veces es difícil saber si la persona que habla está nerviosa, incómoda, molesta, lo que dota al libro de una gelidez aterradora.
jueves, 14 de enero de 2010
Un condenado a muerte se ha escapado
El programa ideal para acompañar Un condenado... es la relectura "demoníaca" que realizó hace un par de años el videoartista Steve McQueen. Hunger también está basada en hechos reales (la huelga de hambre de varios presos del IRA en las cárceles norirlandesas de principios de los 80), también transcurre en una prisión en que los presos son torturados y también hay curas de por medio, aunque aquí certifican el fracaso del trayecto que elige el protagonista, que es el de la autodestrucción. Aquí las manos intervienen no para dibujar un relato hacia la salvación, sino para trazar círculos infernales a base de heces y orina, una metáfora del callejón sin salida que espera al protagonista, finalmente reducido en un cuerpo/cadáver al que ha abandonado todo vestigio de trascendencia.
miércoles, 13 de enero de 2010
Addenda a Una de los nuestros
...her shy -immortal face
Una de las obras de Cristina Lucas es un vídeo en el que se glosa un texto de Virginia Wolff en el que la escritora recoge varios testimonios a lo largo de la historia en los que se compara a las mujeres que llevan a cabo una labor creativa, sobre todo en el ámbito de la escritura, con perros que caminasen sobre sus patas traseras. Las mujeres que aspiraban a encontrar un hueco en el espacio de la palabra pública eran poco más que objetos circenses, y varias obras ridiculizan a las damas que se las daban de cultas, si bien hay que recordar que parecido destino les aguardaba a los escritores (y científicos) de las colonias que aspiraban a compararse con sus colegas de la metrópoli (el tiempo tiene curiosas formas de venganza, y ya hace décadas que la literatura en español y en inglés se ha desplazado a los territorios de ultramar).
Parece haber consenso acerca de la razón por la que Emily Dickinson no publicó prácticamernte ningún poema en vida: su padre, al que idolatraba, era de los que denostaban a las mujeres que publicaban. Sin embargo, la Dickinson nunca pensó en destruir su obra tras su muerte (el mito de Kafla), y se encontró su ingente obra poética perfectamente copiada en impolutos cuadernos. Escribió casi 1.800 poemas, una burrada en términos convencionales aunque una producción normal si tenemos en cuenta que se tiró más de 25 años prácticamente recluida en su habitación, sin otra ocupación que escribir sus intensísimos poemas y cartas igualmente poderosas, de las que Lumen ha publicado una selección este año de la mano de Nicole D'Ammonville Alegría, que también es la traductora de la antología de poemas que leo en estos momentos (a la escritora siempre se la publica en antologías, claro). También tenía muy buena mano con los pasteles, dando origen tal vez a la curiosa y espléndida estirpe de poetas pasteleros.
(En el vídeo de Cristina Lucas -Tú también puedes caminar- todos los perros de un pueblo de la Andalucía profunda se ponen al alimón a andar sobre sus patas traseras y desfilan de esta guisa ante la atónita mirada de sus dueños, que no salen de su asombro ante tamaña manifestación)
martes, 12 de enero de 2010
Una de los nuestros
Leyéndolo me entero de que la próxima aparición de la artista en nuestro país será en Murcia y en marzo (http://www.pacmurcia.es/).
Y como me llena de alegría esta noticia de reconocimiento en medio de este neblinoso día, aquí lo consigno. Ojalá la artista se avenga algún día a adornar su curriculum con una página web en la que podamos visionar sus trabajos y disfrutar de su ácida y divertida revisión de los roles.
http://abbascontadas.blogspot.com/2009/11/cristina-lucas-y-el-elogio-del.html
Drácula lee a Heidegger
Me llevé a mis hijos mayores a ver la adaptación de la novela de Bram Stoker que Ignacio García May ha preparado para el Centro Dramático Nacional. Por el camino hablaban de videojuegos y series de televisión, un mundo para mí ignoto y al que no creo que acceda en lo que me queda de existencia. Para ellos los vampiros son seres que viven en sociedad: no han visto las adaptaciones de Tod Browning, Terence Fisher o Coppola, donde Drácula era una encarnación solitaria del mal. Ellos conocen Blade, Crepúsculo o True blood, donde los vampiros son ya mogollón, no la encarnación del Otro siniestro sino más bien unos vecinos tirando a raros.
lunes, 11 de enero de 2010
La felicidad regalada
Hacía frío, claro, pero en el metro leo La sangre y el ámbar, un libro de viajes en el que David Torres elige el invierno para darse una vuelta por Polonia, y allí estaban a 20 grados bajo cero cuando el escritor estuvo por allí. En la solapa me entero de que David Torres ha sido guionista de Al filo de lo imposible, un programa donde los que escribimos este blog tenemos buenos amigos (la gran Carmen Portilla. directora que en su día compartió con Susana tareas de producción en Curso de español, y María Belmonte, que vino a caer en Días de cine en mi lugar tras alguna discusión sonada con Gasset).
Las fotografías corresponden a un recuerdo monstruoso de la arquitectura estalinista, el Palacio de la Cultura y de la Ciencia, de Lev Rudniev.
"Cuando se inauguró, en 1955, se convirtió en el segundo edificio más alto de Europa. Todavía hoy domina todas las perspectivas del centro de la ciudad. Con semejante mostrenco, Bierut, el perro faldero de Stalin, logró al fin olvidar una de sus fantasías fálicas: castrar las torres de las iglesias de Varsovia."
El libro tiene este estilo de periodista, pero es muy ameno, por lo que llevo leído, y la historia de Polonia es apasionante. Hace unos meses en El País se metían con su gobierno porque no colaboraban en la penúltima bajada de pantalones de la Unión Europea ante el neozar estalinista Putin, y porque los polacos estaban encantados de que los americanos (y encima Bush!) les pusieran unas defensas contra los rusos que a estos les molestaban mucho, como si hubieran tenido alguna vez aviesas intensiones contra sus vecinos del oeste; pero bueno, esperar que los periodistas sepan algo de historia tal vez sea excesivo.
Las fotos las he sacado de esta página http://foro.meteored.com/reportajes+de+viajes+pueblos+naturaleza+y+montana/varsovia+congelada+fotocronica+de+mi+viaje+al+invierno+con+mayusculas-t8608.0.html , hay más de Varsovia y están muy bien.
sábado, 9 de enero de 2010
Oceanografía del tedio
Dancing with the King
He estado un par de días viviendo en el Teatro Real, preparando la retransmisión del Acto Inaugural de la Presidencia de la Unión Europea, lo que en teoría me tenía que haber ilustrado acerca de los mecanismos que rigen las esferas donde se mueve el poder de verdad, aunque lo único que puedo decir es algo que se sabe desde siempre, que el poder reproduce la estructura del cosmos y que se articula mediante círculos concéntricos que se van alejando progresivamente del centro irradiador.
Aquí tenemos el núcleo duro del poder simbólico en España, la Reina justo en el eje de la imagen, los Príncipes ligeramente desplazados, las mujeres cerrando la imagen. lo que se puede leer como cierta marginalidad o como que lo femenino es el alfa y el omega del poder: lo centra y lo cierra. En medio, los hombres siempre parecen más incómodos que sus mujeres. Confieso que las tres que aparecen en la foto me gustan bastante y me caen bien, y que tienen pinta de ser bastante más inteligentes que sus respectivos consortes.
¿Hablan de fútbol o de mujeres? Siempre bajo la mirada indulgente femenina, que mira con ternura la eternamente adolescente camaradería masculina, mientras que ellas parecen saber que lo suyo es la competencia feroz. En el equipo de TVE circulan anécdotas entre los veteranos de los eventos gordos sobre las medidas de seguridad que impone la Casa Real, más arbitrarias que draconianas, con lo que me temía que en cualquier momento nos hicieran levantar el portaviones en forma de unidad móvil que teníamos para emitir la muy sobria ceremonia y el espectáculo posterior, o que no dejaran entrar a la mitad del equipo porque habíamos puesto mal los acentos en el listado que mandamos a seguridad, pero luego el control fue estricto pero lógico, inferior al que he vivido en algún pase de prensa de películas de Tom Cruise, donde te requisaban el móvil y te cacheaban.
En el Telediario me enteré de que era la primera vez que María Pagés y Tamara Rojo coincidían en un escenario; yo a un tabique de vivir en directo un acontecimiento tal (sin duda una metáfora de la famosa conjunción cósmica de los dos astros del firmamento progresista a la que asistiremos en los próximos seis meses, astros que sobre todo han coincidido en la ideológicamente avanzada decisión de mandar más soldados a Afganistán, país poblado por extraños lugareños a los que no les hace gracia que su tierra se llene de soldados extranjeros prestos a despanzurrar a sus familiares y vecinos) y me lo perdí, supongo que porque ni la danza ni el flamenco me dicen gran cosa, aunque parece ser que lo que más llamó la atención es que Tamara Rojo bailara con un par de bailarines cubanos.
En El País (que es de donde saco la información, porque anoche lo único que quería saber era cuando podía empezar a desmontar el inmenso dispositivo para terminar pronto y no morir congelado) Roger Salas arremete contra lo que juzga una elección de índole político que adjudica a Moratinos (la información de que la Sinde no tenía ni idea del programa se la podía haber ahorrado porque era obvia), aunque igual era por ahorrar, tal vez el caché de los bailarines cubanos en horas bajas sea inferior al de los españoles, que los de Prisa se han vuelto unos malpensados.
(El) Aire (de) Nuestro (tiempo)
En medio de ese maremágnum de preocupaciones me leo el último libro de Manuel Vilas, que se vende como novela pero que en realidad es un conjunto de relatos pegados mediante un prólogo en el que se nos informa de que lo que leemos son los programas de un canal de televisión del futuro, Aire Nuestro. El prólogo es una versión trash y desmelenada del famosísimo cuento de Borges sobre aquel mapa tan grande que suplanta la realidad que se supone que cartografía, probablemente el relato que más cerca se ha encontrado de anticipar internet. Mi hermana me contó que el libro era una soberana y escandalosa gilipollez, y los amigos de Vilas han escrito por todas partes que es una obra maestra. En la solapa se nos avisa de que Manuel Vilas, además de haber nacido en Barbastro en 1962, "practica ya, como otros escritores de su generación, una forma de narrar del siglo XXI", lo que tal vez sea el mejor gag del libro. A mí los cuentos me recuerdan a las historias de Muchachada Nui: en el Purgatorio Sergio Leone se queja de que los number one estirados, como Bergman y Dreyer, le miran por encima del hombre; o se forman imposibles parejas de poetas, Lezama Lima con Ginsberg, Reynaldo Arenas con Philip Larkin, Lorca con Whitman (los estiradillos de la pandilla), cosas así. Las distancias largas no se le dan bien y los cuentos más extensos pierden fuelle hacia el final, o igual son largos porque no sabe como rematarlos y se los quita de encima, como uno en el que se aparece Elvis al autor para que lleve a cabo un atentado, que empieza bien y se desinfla en la conclusión (bien, siempre se puede justificar diciendo que hace estallar las expectativas narrativas). A mí me parece divertido, pero si me voy a tirar el siglo XXI leyendo esto, igual me paso a las contrarreformistas huestes decimonónicas.