El programa ideal para acompañar Un condenado... es la relectura "demoníaca" que realizó hace un par de años el videoartista Steve McQueen. Hunger también está basada en hechos reales (la huelga de hambre de varios presos del IRA en las cárceles norirlandesas de principios de los 80), también transcurre en una prisión en que los presos son torturados y también hay curas de por medio, aunque aquí certifican el fracaso del trayecto que elige el protagonista, que es el de la autodestrucción. Aquí las manos intervienen no para dibujar un relato hacia la salvación, sino para trazar círculos infernales a base de heces y orina, una metáfora del callejón sin salida que espera al protagonista, finalmente reducido en un cuerpo/cadáver al que ha abandonado todo vestigio de trascendencia.
jueves, 14 de enero de 2010
Un condenado a muerte se ha escapado
Un condenado a muerte se ha escapado (un título que es el spoiler más famoso de la historia del cine) es una variación evangélica del mito platónico de la caverna. El protagonista debe escapar de la prisión en la que se halla preso, y para ello recibirá la ayuda de un par de sacerdotes que funcionan como ángeles de la guarda y como destinadores simbólicos que le pasan pistas en forma de citas de los evangelios (es conocido que el subtítulo del film hace referencia al Espíritu, "El viento sopla donde quiere").
A Bresson le debían de gustar las historias carcelarias, además de ésta tiene El proceso de Juana de Arco, y la tercera parte del metraje de El dinero transcurre en una prisión, sin contar con que su primer film, Los ángeles del pecado, se desarrolla tras los muros de un convento. Se ve que para el director la condición del hombre es la del encerramiento. Pero el film no tiene nada de una alegoría abstracta, al contrario: basada en una historia real, a Bresson le preocupaba que Andre Devigny, el referente del teniente Fontaine, protagonista del film, encontrara falsas las peripecias, preocupación vana pues parece ser que se quedó impresionado con la fidelidad con que se reflejaba la parte más ficcionalizada, la de la relación del condenado con su imprevisto compañero de celda y de escapada, un chusmilla adolescente con pinta de chapero, mimado y consentido, que se apunta al ejército alemán por divertirse y que acaba en la cárcel por pegarle un tiro a un policía mientras jugaba con su arma.
La película se centra en la meticulosa preparación de la huida, con lo que Bresson tiene la excusa perfecta para dedicarse a uno de sus planos favoritos, el de unas manos entregadas a una actividad manual que requiere atención, todo punteado por una voz en off, también recurso bastante recurrente en el Bresson de aquellos años.
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