...her shy -immortal face
Una de las obras de Cristina Lucas es un vídeo en el que se glosa un texto de Virginia Wolff en el que la escritora recoge varios testimonios a lo largo de la historia en los que se compara a las mujeres que llevan a cabo una labor creativa, sobre todo en el ámbito de la escritura, con perros que caminasen sobre sus patas traseras. Las mujeres que aspiraban a encontrar un hueco en el espacio de la palabra pública eran poco más que objetos circenses, y varias obras ridiculizan a las damas que se las daban de cultas, si bien hay que recordar que parecido destino les aguardaba a los escritores (y científicos) de las colonias que aspiraban a compararse con sus colegas de la metrópoli (el tiempo tiene curiosas formas de venganza, y ya hace décadas que la literatura en español y en inglés se ha desplazado a los territorios de ultramar).
Parece haber consenso acerca de la razón por la que Emily Dickinson no publicó prácticamernte ningún poema en vida: su padre, al que idolatraba, era de los que denostaban a las mujeres que publicaban. Sin embargo, la Dickinson nunca pensó en destruir su obra tras su muerte (el mito de Kafla), y se encontró su ingente obra poética perfectamente copiada en impolutos cuadernos. Escribió casi 1.800 poemas, una burrada en términos convencionales aunque una producción normal si tenemos en cuenta que se tiró más de 25 años prácticamente recluida en su habitación, sin otra ocupación que escribir sus intensísimos poemas y cartas igualmente poderosas, de las que Lumen ha publicado una selección este año de la mano de Nicole D'Ammonville Alegría, que también es la traductora de la antología de poemas que leo en estos momentos (a la escritora siempre se la publica en antologías, claro). También tenía muy buena mano con los pasteles, dando origen tal vez a la curiosa y espléndida estirpe de poetas pasteleros.
(En el vídeo de Cristina Lucas -Tú también puedes caminar- todos los perros de un pueblo de la Andalucía profunda se ponen al alimón a andar sobre sus patas traseras y desfilan de esta guisa ante la atónita mirada de sus dueños, que no salen de su asombro ante tamaña manifestación)
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