Hay momentos complicados en la vida de un ayudante de producción que al común de los mortales se le escapan. Uno de ellos llega cuando, tras un programa, gala o lo que sea, se le encarga que reparta unos obsequios entre el equipo. Ya pueden ser unas gominolas o un chupete, cualquiera que se considere con derecho a reconocimiento y se quede sin obsequio se convertirá en enemigo acérrimo para toda la vida. A los de comercial, que hicieron una gala en el decorado de Identity, no se les ocurrió otra cosa que pedir una lista de todos los que habían participado en ella para dejarles un "detallito" (un pen-drive). Saqué la lista del sgpp tal cual y se la mandé por fax. Días después el diluvio se derramó sobre mí, por lo incompleta que era. Así que le dije a Antonio Martín, factotum de Buñuel, que me la confeccionase él. Pues allí en la lista aparecieron, por ejemplo, siete individuos adscritos a los servicios eléctricos de Buñuel, y otros tantos de climatización, y de mantenimiento, y de... Luego tenemos el caso de Montse Oró, la decoradora, que por no sé qué razón no estaba en el sgpp y se había quedado sin su pen-drive, y parece ser que estuvo revolviendo en los cajones del despacho para llevarse el mío. Como su caso me parecía el más obvio en cuanto a ausencia inmerecida, se lo dije a una de las chicas de comercial, que me miró atónita y me dijo que Montse Oró se había llevado una bolsa de regalos delante de sus narices (dato este que ha sido confirmado por otras fuentes más que fiables). Pues ahí sería digna de pasar a los anales de la historia el estupor ofendido del rostro de la Oró cuando le comenté lo de su bolsa. Y en esas estamos.
4 comentarios:
Hay precedentes
¿no os acordáis cuando el años pasado en San Sebastián, Montse Oró amenazó con poner a sus carpinteros en huelga si no le conseguíamos una bolsa del festival para cada uno?
Recuerdo aquellas conversaciones mezquinas con una mezcla de asombro y vergüenza. Con la de cosas que teníamos que hacer, y me tuvo dos días en jaque asaltándome por las esquinas exigiéndome las dichosas bolsas. No sé cómo lo hizo (probablemente tomaría al asalto el mostrador y amordazaría a alguien de la organización) pero una mañana aparecieron todos con sus bolsas. Menos mal.
Deben ser extrañas fijaciones de esas que les dan a algunas mujeres entradas -o muy entradas- en la madurez. En una novela inglesa, Miss Oró se dedicaría a la cleptomanía en Harrod's.
No me acordaba, pero ha bastado que lo lea para que me hierva la sangre! Pues ya ha prometido que no me va a dejar en paz hasta que consiga su pen-drive, y si no lo consigue exigirá el mío. Menos mal que tenemos esta humilde palestra para dar rienda suelta a nuestros rencores. Propongo abrir un blog colectivo para que en San Sebastián nos entreguemos a la catarsis común poniendo a caldo a todos los toca narices que nos encontremos.
Nada más entrar en el plató donde se grababa Identity se ha acercado la Oró para preguntarme si había ido a buscar su pen-drive, y ya le he dicho que no lo busco yo, sino que lo envían los de comercial. Espero que este culebrón se prolongue para dar pie a más jugosos comentarios
Sugerencia:
alguien le puede recomendar a Montse Oró que si tanto necesita un pen drive y comercial no se lo regala, que haga las gestiones oportunas, ella misma o su jefa en su nombre, para conseguirse el susodicho elemento del almacen de material (yo tengo uno, estupendo de 4 Gb, y podría decirle a todo el mundo que me lo ha regalado Televisión Española, lo cuál no deja de ser cierto). Propongo también hacer un monumento a Carmen Marín si consigue que no venga nadie del departamento artistico-carpinteril a San Sebastian.
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