jueves, 14 de julio de 2011

Para una teoría sobre el cine europeo


Hay un momento en El Gatopardo en el que Burt Lancaster se queda embelesado mirando a la pareja que forman los guapísimos Alain Delon y Claudia Cardinale bailar, y comenta para sí que ha llegado la hora del relevo. La reflexión puede entenderse como una utopía cinematográfica, una declaración de intenciones por la que se consideraba que el cine europeo, o el italiano, podía tomar el relevo de Hollywood como máquina de construcción del imaginario popular.


La cosa no llegó a cuajar, tal vez porque Europa no llegó a crear un cine global, dividida entre productos autorales que dan la vuelta al mundo en festivales y filmotecas, y que son degustados por una minoría elitista y películas populares que rara vez dan el salto fuera de las fronteras nacionales. El otro día pusieron una película de acción en Antena 3 que se titulaba Transporter 3, que lleva hasta el extremo la prácticas empresariales modernas, pues el protagonista es una especie de taxista muy eficaz al que subcontratan para trasladar secuestrados de punta a punta de Europa. Bueno, pues estaba claro que la peli era europea porque las persecuciones tenían lugar en desiertas carreteras de dos direcciones, y no en autopistas abarrotadas, que es por donde los policías americanos se empeñan siempre en perseguir a los malos (el otro dato que hizo la adscripción geográfica definitiva es que, en un momento dado, la chica se empeña en seducir al sieso del prota, y no se le ocurre otra cosa que exhibirse ante él haciendo pis, técnica escatológica que ningún estudio norteamericano hubiera dejado pasar en el guión).

Bien es cierto que, a veces, parece que los americanos se empeñan en exhibir su poderío de manera excesiva. Si resulta un misterio el por qué, por ejemplo, en todas las cafeterías filmadas por Godard sólo hay una mesa (a lo sumo dos), más inverosímil resulta que en Estados Unidos todas las cafeterías y restaurantes estén a todas horas a reventar, da igual que se trate de un restaurante de lujo, una taberna de barrio o una cafetería de aeropuerto.

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