(Provocación, Stanislaw Lem [1984], Editorial Funambulista, traducción -muy buena- de Joanna Bardzinska y Kasia Dubla)
El primer ensayo de Provocación es un largo comentario de El genocidio, una magna obra en dos volúmenes que el historiador alemán Horst Aspernicus publicó en 1980. Obra que, evidentemente, no existe. Lem prolonga en este libro el artilugio utilizado en Vacío perfecto, la reseña de obras imaginarias. Imagino que tira de este truco para establecer cierta distancia con el material que trata, que es obvio que le afecta profundamente (leo en el prólogo de David Torres que Lem escapó por los pelos del Holocausto). Lem pertenece a ese conjunto de pensadores que considera que sólo la Teología (o más bien ciertas categorías teológicas) puede hacerse cargo de lo que supuso el masivo asesinato de judíos y las condiciones en que se llevó a cabo. Así, establece una sugerente cadena de razonamientos que sitúa el aniquilamiento como eje central del nazismo, por encima de sus aspiraciones imperialistas, y lo enlaza con el desplazamiento que ha efectuado la cultura occidental de la muerte desde el puesto central que antaño tenía en la experiencia humana hasta el borrado simbólico que se ha ido llevando a cabo en los últimos siglos de progresos sociales y científicos.
Lem hace apasionentes reflexiones acerca del hecho, que habitualmente se da por sentado, de que los nazis obligaran a sus víctimas a ir desnudas a las cámaras de gas, una obligación que les obligaba a una labor de "seducción" (como narra uno de los entrevistados en Shoah). Esa última humillación, que según Lem no se aplicaba a los judíos guerrilleros o combatientes, que eran fusilados con la ropa puesta, no obedecía a cálculos económicos, ya que la mayoría de los judíos eran pobres y poco podía hacerse con una ropa que debía de llegar en lamentable estado. Según Lem, la desnudez de los condenados era parte de la escenografía que parodiaba el ritual del campo de exterminio, y que tenía que ver con la iconografía cristiana del Juicio Final. Así, los SS se veían como amos absolutos que asistían a la condenación inapelable del pueblo "elegido", en una inversión demoníaca, obscena y absolutamente kitsch de las representaciones habituales de la tradición judeocristiana.
(la segunda parte de Provocación es la reseña de otro libro imaginario, Un minuto humano, un intento demencial de narrar lo que hace toda la humanidad en un minuto determinado).
2 comentarios:
Hola Abbas. Retomando el hilo sobre Javier Calvo. Esta semana he leído "Cosas supuestamente divertidas que nunca volveré a hacer". Me ha gustado bastante. Y aquí tengo preparado para esta semana "Entrevistas breves con hombres repulsivos". La proxima me pondré con "Mundo maravilloso". Gracias por la recomendación.
Saludos.
Hay un corto español basado en "Entrevistas..." (de manera apócrifa, por supuesto), Frozen souls, de Juana Macías. Espero que te guste, y el de Calvo también. En justa correspondencia, esta tarde me voy a ver de un tirón las aventuras de Ventura por Fortinbrás (aunque retomo cada dos o tres meses las pelis de Costa, nunca me las veo enteras)
Un saludo
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