Este finde me he subido de Granada unos paquetes de Maritoñis para iniciar al resto del blog en el consumo de este popular dulce granadino. En realidad es bollería industrial, y lleva décadas en el mercado (recuerdo que hace más treinta años mi abuela me daba una todas las tardes para merendar, junto a un batido de fresa de Puleva), pero por ignotas razones mercantiles nunca ha traspasado las fronteras de la provincia: Mercedes es de Jaén y no las conocía. En alguna mantequería pija de Madrid las he visto anunciadas, pero ya digo que en Granada es algo de andar por casa, cada una cuesta menos de medio euro. Tan “proletaria” resulta que descubrí que las hijas de mi prima, por debajo de los cinco años, no las conocían: al ser sus padres profesores universitarios imagino que se han pasado el desayuno nacionalista y saludable políticamente correcto, o sea, la tostada con aceite. Y es que a Mercedes no le hizo falta echar un vistazo a la lista de ingredientes para adivinar que aquello era una bomba de grasas y calorías (tiene manteca y margarina, además de la inevitable lista de conservantes y emulgentes), y Susana opinó que era apto para alimento de aguerridos campesinos en el duro invierno antes de enfrentarse a las duras jornadas agrícolas.
martes, 2 de diciembre de 2008
Maritoñis
Este finde me he subido de Granada unos paquetes de Maritoñis para iniciar al resto del blog en el consumo de este popular dulce granadino. En realidad es bollería industrial, y lleva décadas en el mercado (recuerdo que hace más treinta años mi abuela me daba una todas las tardes para merendar, junto a un batido de fresa de Puleva), pero por ignotas razones mercantiles nunca ha traspasado las fronteras de la provincia: Mercedes es de Jaén y no las conocía. En alguna mantequería pija de Madrid las he visto anunciadas, pero ya digo que en Granada es algo de andar por casa, cada una cuesta menos de medio euro. Tan “proletaria” resulta que descubrí que las hijas de mi prima, por debajo de los cinco años, no las conocían: al ser sus padres profesores universitarios imagino que se han pasado el desayuno nacionalista y saludable políticamente correcto, o sea, la tostada con aceite. Y es que a Mercedes no le hizo falta echar un vistazo a la lista de ingredientes para adivinar que aquello era una bomba de grasas y calorías (tiene manteca y margarina, además de la inevitable lista de conservantes y emulgentes), y Susana opinó que era apto para alimento de aguerridos campesinos en el duro invierno antes de enfrentarse a las duras jornadas agrícolas.
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