sábado, 21 de mayo de 2011

De un film que no se acaba nunca



Aquí algunos medios le han dado bola a Drive, un film a competición dirigido por el danés Winding Refn, y ha sido imposible encontrar sitio en el pase de repesca de hoy, con lo que me he metido a ver Érase una vez en Anatolia, de Bilge Ceylan, el director turco oficial según el festival, como Almodóvar es el español o Mendoza el filipino. Dura más de dos horas y media y muestra una noche interminable en la que un grupo de policías y funcionarios recorren parajes idénticos (y más de noche) hasta dar con un cadáver enterrado. Muy bien rodada, para mí es un misterio que alguien se haya tomado la molestia de escribir y filmar a estos personajes. Tal vez en un contexto menos duro que un festival uno podría ser atrapado por cierto devenir hipnótico, pero aquí me he conformado con que la cosa acabe y con reírme con el peculiar humor absurdo que destilan algunas secuencias del film, un poco marca de la casa. En breve intentaré verme Les bien-aimés, el film de Honoré que se proyecta en la clausura, y que también se va a las dos horas y media...

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