El último fin de semana del Festival suele ser muy tranquilo, mucha gente ha hecho ya las maletas y hay sitio en las proyecciones y las salas de prensa. El domingo se vuelven a pasar todas las películas que van a competición, momento que aprovecharé para rescatar alguna que se me ha escapado, como Pater, de Cavalier. Estamos todos deseando volver a Madrid y acercarnos a la Puerta del Sol (las elecciones municipales y autonómicas han dejado de interesarnos, como si la política de verdad se hubiera mudado unos metros, o hubiera atravesado una pared, y hubiera pasado del interior de la sede de la Comunidad de Madrid -que está también en Sol- al exterior, notable cambio topográfico).
Hoy pasaban La source des femmes, de Radu Mihaileanu, cuyo pase nos adelantaron al jueves para los que íbamos a hacer entrevistas. Afortunadamente, imperativos laborales me sacaron de la sala, porque es difícil imaginar una película más inane, con un pueblo árabe poblado por mujeres guapísimas que se ponen en huelga de sexo para conseguir que sean los hombres, que por culpa de la crisis están mano sobre mano, los que apechuguen con el traslado del agua desde la fuente que surte a la comunidad. Yo creo que es el retrato de un grupo femenino más falso que he visto en años, a su lado Mujeres desesperadas es un documento social de verosimilitud radical. La acumulación de tópicos sobre conflictos sexuales y religiosos es tal que uno acaba axfisiado por la vergüenza ajena. Populismo barato, vamos.
Total, que me he acercado a la Quincena de Realizadores a ver Jeanne la captive. Juana de Arco debe de ser un tema obligado para los cineastas franceses, una especie de standard al que se tienen que enfrentar. Aquí se convierte en el trayecto de un cuerpo femenino en un espacio habitado por hombres violentos, y de la fuerza del silencio frente a la agresividad de la palabra. La película se apunta a la corriente que podríamos llamar "sentimiento oceánico" que este año ha hecho furor en el Festival. Aquí la metáfora es muy fácil y la Historia te la da hecha, Jeanne es un cuerpo femenino que arde en un goce para el que los hombres no tienen palabras, asustados ante una experiencia que encuentran inalcanzable. La película es discutible desde varios aspectos, y Ramos no es Bresson, claro, ni Dreyer, pero tiene puntos hermosos.
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