No me había enterado de que Foster Wallace se había suicidado hasta que leí una noticia en el último número de Quimera, un mes después de que el escritor se quitase la vida. Me desconcertó el que no lo hubiera sabido antes, a través de algún artículo o un comentario de algún amigo (he visto que El País publicó una columna, pero no he investigado la repercusión que tuvo el suceso). En este blog ha aparecido alguna vez, sobre todo por el reportaje que dedicó a McCain en las primarias que perdió ante Bush: Aunque en el plano literario siempre se cita La broma infinita, un tocho de más de mil páginas que me recomendó Juan Moreno, a mí me encantan sus libros de reportajes, especialmente Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer (se refiere a un crucero), que como todos los suyos está publicado en Mondadori y (muy bien) traducidos por Javier Calvo.
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