sábado, 18 de octubre de 2008

Mon cas



Dentro de las marcianadas de Oliveira Mon cas ocupa un puesto en el pelotón de cabeza. La película parte de una obra de teatro de un escritor portugués, que supongo es la que se representa en la primera parte: Luis Maria Cintra irrumpe en un escenario y se empeña en realizar una denuncia, que consiste en explicar lo que llama "mi caso", que según cuenta es de interés cósmico . El resto de los trabajadores del teatro, desde el portero hasta la primera actriz, intentan demostarle que ellos también tienen lo suyo, pero él les echa en cara la inanidad de sus cuitas, por oposición a su experiencia, que es verdaderamnente importante. Oliveira no sólo no esconde que todo es una representación (actores declamando, punto de vista completamente frontal, planos de platea vacía), sino que comienza la peli con un plano expílícito de la cámara que va a filmar todo. un toque deconstuctivo algo redundante, según me parece.
El intruso no acaba de enunciar su queja, o cuando está a punto de hacerlo cae el telón, y un ayudante de realización sale con una claqueta a anunciar que vamos a asistir al segundo ensayo. Con un plano más cerrado, en blanco y negro y con la imagen acelerada, asistimos a la misma secuencia de antes, sólo que en esta parte una voz grave desgrana en off un texto de Beckett en la que una especie de dios autista anuncia a su criatura una muerte sin trascendencia. Tercer ensayo. Un angular nos muestra todo el decorado, vuelven a salir los mismos protagonistas, pero en este caso sus parlamentos estan pronunciados en una lengua sinsentido. Al final, tras el escenario, una pantalla muestra imágenes de apocalipsis modernos: hambres, guerras, desastres ecológicos. Estos planos imantan las miradas de todos los personajes. Cae el telón, y lo que viene después es una versión del libro de Job en un paisaje de detritus industriales. Las quejas de Job remiten, evidentemente, a ese "caso" absoluto que la cacofonía de quejas en el vodevil del inicio no dejaba escuchar: entre el texto bíblico y las palabras de ese místico sin dios (o de un dios delirante, como aquí) que es Beckett se juega esta película un tanto inaccesible, que termina con un ballet en un decorado renacentista en la que una reproducción de la Gioconda funciona tal vez como un irónico comentario a lo duchamp o quizás como recordatorio del último período en que Occidente articuló una concepción sagrada del ser humano.

3 comentarios:

Fiodor M. Dostoievski dijo...

Supongo que ambos hemos visto la película esta tarde en el Cine Doré (Yo estaba en la platea).
Ciertamente, la movida más rara que se le haya ocurrido a Oliveira. Bastante cargante en la última parte, y sin duda, excesivamente artificiosa. Pero interesante y con, al menos, un planteamiento inteligente.
Supongo que al tío le dio por deconstruir "nimiedades" como la noción de interpretación, el cine, el teatro y la propia realidad del individuo. Es normal que le saliera un producto tan áspero e inabarcable.
Saludos.

Daniel Quinn dijo...

Pues sí, estábamos todos en el Doré, y todos de acuerdo en que es la película más extraña de Oliveira; a mí me pareció interesantísima a pesar de incidir un poco en las mismas ideas de sus anteriores películas, y ahora con un afán de trascendencia quizás exagerado. Pero quizás todo sea una gran ironía, ¿no es el cine de Oliveira una gran ironía?

Por cierto, vi al dueño del blog en buena compañía al fondo de la platea, en el sector izquierdo ;). Cosas del espionaje bloguero.

¡Un saludo!

abbascontadas dijo...

Es lo que tiene hacerse famoso, que a uno le rodean mujeres inteligentes y atractivas.
A mí me gustó bastante Mon cas, y de hecho la recordaba más "ardua". Me gustaría saber si la incorporación del libro de job (y los textos de Becket) es cosecha de oliveira -como creo- o estaban en la obra de teatro original. La apoximación hierática pero intensa al texto bíblico me pareció acertada, y más que afán de trascendencia (al fin y al cabo Yahvé comparece como un altavoz y unos efectos rústicos de luz) creo que hay una admiracion por el relato bíblico que presenta, por así decirlo, el "caso de los casos" con una intensidad que se hace imposible en los textos conteporáneos (o sea, en la obra de teatro que abre la película, o en sus repeticioes, ya sea porque en Becket no hay cmunicación posible entre dios y su criatura, o porque el idiolecto en que parlotean los actores no tiene sentido). Por cierto, que la queja de Job es similar a la que plantea dostoievski a propósito del sufrimiento de un niño (en su caso el de un justo): injusticia tan incompresible abole la posibilidad de sentido en este mundo, por lo que los tres interlocutores de Job parecen tan aterrorizados ante la negativa de éste ha considerarse el culpable de lo que le ocurre, abriendo la posibilidad a la idea de la inexistecia de Dios o, peor aún, de su maldad -o arbitrariedad-