domingo, 19 de octubre de 2008

Stendhal y Ferlosio




Lo de leer a Ferlosio cada vez que saca un libro es costumbre inveterada a la que no renuncio, y eso que uno tiene la impresión de que ya lo ha leído antes, y es que como él dice, a estas alturas no va a cambiar de intereses. Total, que tenemos vueltas a lo de siempre (bienes contra valores, las trampas morales de la guerra justa, la violencia como fundadora de derecho), y con los mismos autores de referencia (Max Weber, Walter Benjamin, Plutarco, los aborrecidos Hegel & Ortega) junto con extrañísimos ejemplos históricos que saca de no menos extraños documentos, y sobre todo ese estilo que hace que le saque punta hasta extremos inverosímiles a cualquier tema que se le cruce en el camino y le llame la atención, como la distinción que Hegel hace entre felicidad y satisfacción, que yo aprovecho para glosar mi otra lectura del momento, Le rouge et le noir (que pongo en francés porque me lo estoy leyendo en la edición de la Pleiade, que soy así de snob y pretencioso y chulo, aunque alguien tendría que decir-y lo voy a hacer yo- que las mitificadas ediciones de la Pleiade tienen un cuerpo de letra super canijo, que ya empieza a costarme leer, y una impresión algo débil para mi gusto; y que sin ánimo de hacer patria opino que empeños editoriales similiares en España-como las obras completas que publica Círculo de Lectores, o la Biblioteca Castro- son mucho más legibles).

Como doy por supuesto que cualquiera que se asome a estas páginas se ha leído la novela de Stendhal salto al momento en que Julien Sorel se plantea como tarea ineludible coger la mano de Mme Renal sin que ésta la retire. Para Julien es un obligación en la que está en juego su autoestima, y cuando consigue llevar a buen término su proyecto (pues para nada parece que algo del orden del deseo se juega hasta aquí) es satisfacción lo que siente, pero ni un ápice de felicidad. Julien tiene un objetivo a largo plazo, y todas las pruebas que se encuentra por el camino no son más que obstáculos a superar y piedras de toque de su valía para alcanzar el triunfo final. Mme Renal, sin embargo, no tiene en perspectivas nada que obtener. Por primera vez en su vida se ve inundada por un sentimiento intenso hacia otra persona, y es la felicidad la que la embarga (aunque, como es de rigor, ésta tiene que compartir con la desesperación el espacio que en el alma de la heroína de la novela ocupan los sentimientos). El tramo final invertirá esta ecuación, o más bien demostrará como fútil el camino emprendido por Julien, pero eso lo dejo para cuando llegue.

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