Ayer, tras el pase de la película de Haneke, se comentaba que era la Palma de Oro, aunque luego resulta que todo el mundo anda diciendo en voz baja que no le gustó. Yo me la perdí sin problemas de conciencia y no creo que la repesque en Madrid, tan escaso es mi interés por el director austriaco.
Y Almodóvar sigue sonando como uno de los favoritos para el premio principal. Ayer por la noche nos comentaron que no quería traer la película, y que fue la poderosísima dirección del Festival la que lo convenció, con lo que volvieron a aflorar todos los rumores acerca de galardones prometidos y todas las historias acerca de los tropezones de última hora que le han impedido llevarse el premio por el que todo el que le conoce comenta que suspira sin desmayo (cosas como que Wong Kar Wei le dijo que la palma era suya el año de Volver y que al final le cayó a Ken Loach por no se sabe qué razones). Se sigue hablando del ajuste de cuentas entre Boyero y Almodóvar; pero como yo no he leído el famoso artículo del crítico, porque soy incapaz de soportar su estilo, especialmente su uso de los adjetivos (porque también los críticos son criticables, y Boyero, con fama de difícil, siempre ha sido amable conmigo; vamos, que la crítica se refiere exclusivamente a sus artículos). Y tras leer la carta abierta de Borja Hermoso a Lars Von Triers que me ha mandado Susana creo que me voy a abstener de leer a ese nuevo compinche que tiene en el País (¿por qué no mandarán a Jordi Costa a todos los festuivales?); bueno, que me voy a pasar al bando del danés.
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