lunes, 10 de noviembre de 2008

Helmut y sus mujeres

Este sábado fui a ver la exposición de Helmut Newton que hay en la galería La Fábrica, habitualmente espacio de divulgación para creadores interesantes, consagrados o no. El renombre de Newton, su popularidad y reconocimiento artístico han sido puestos de manifiesto por multitud de críticos, y por tanto es en vano que yo me afane aquí en glosar sus numerosas virtudes como fotógrafo. Así que apuntaré tan sólo las críticas negativas para compensar la balanza del idolatrado artista y captar el interés de los numerosos lectores de este blog.
La exposición se visita rápido puesto que se trata de una treintena de obras en formato más bien pequeño (seguramente los desvelos para traerlas a este rincón de Madrid han sido inversamente proporcionales a su tamaño) y la temática es invariablemente la misma: desnudos esteticistas en entornos lujosos desparramados en poses eróticas. La factura técnica es excelente: los claroscuros, la composición, la textura. Pero la disonancia salta como un muelle cuando analizamos el contenido: ¿es esta la mujer del nuevo milenio, según la publicidad de la sala? ¿Una mujer que decide "ella sola sobre su cuerpo"? Esta monserga tan manida me recordó sin poder evitarlo a los anuncios publicitarios con los que nos bombardean cotidianamente a las mujeres, en los que se mezclan alegremente como en la sangría los conceptos de belleza, libertad, inteligencia y libre albedrío.
¿Por qué retorcida deducción una mujer modelada exquisitamente, con una cara de cromo, echada indolentemente en el diván con su vello púbico al aire, es la mujer del nuevo milenio? Ninguna de estas diosas está poniendo lavadoras, ni llevando niños al colegio, o desatascando la fotocopiadora o pisando el freno en un atasco, por nombrar cuatro de las tareas que sí realiza con bastante frecuencia la mujer media del nuevo milenio (siento ser tan prosaica, la vida es así, no la he inventado yo). Sólo en pensar las horas que hay que echarle al cuerpo para que luzca así de tonificado, depilado, musculado y hormonado ya me daban escalofríos, sin contar con que, para ser modelo de Helmut, tu dotación genética tiene que ser como mínimo igual a la de los protagonistas de la apocalíptica película Gattaca.
Y la pregunta inevitable es (no creo que yo sea la primera mujer que la formula): ¿habría sido Helmut igual de famoso si en lugar de fotografiar cuerpos danone hubiera captado en un momento íntimo a la mujer media de este milenio con su bata, sus tripa caída por los embarazos y sus ingles sin depilar? ¿Habría dejado la divina Isabella Rossellini y otras bellezas que su cara apareciera delante de su objetivo o le habrían puesto la etiqueta de 'fotografía social' y punto?
Y por fabular, ¿y si Helmut hubiera sido mujer y en lugar de pubis, más o menos frondosos, hubiera fotografiado miembros masculinos desenrollados en su máxima longitud a lo Mapplethorpe?
No hay más que leer un poquito de la trayectoria de muchas mujeres artistas para imaginar las trabas que se le hubieran presentado a una imaginaria Helmuta. Pero si eres Helmut, eres diferente. Imaginar a todas esas diosas terrenales ordenadamente pasadas por la piedra es algo que inevitablemente aparece en el subconsciente tras ver cualquier obra de Newton, lo cual contribuye a engrandecer el aura de este artista ya de por sí grande.
Todos necesitamos soñar y ver exposiciones de cuerpos perfectos y lujo por doquier. El escapismo es tan necesario como el arte social que quiere tirarnos de la oreja un poquito. Pero hay que tener claro qué es cada cosa sin mezclar conceptos, y presentar de nuevo el manido cóctel de mujer perfecta-pese-a-todo etiquetado como mujer del nuevo milenio, a la que el resto de mujeres contemporáneas tenemos que tener como referencia, es tan perverso como cuando las revistas de la Sección Femenina aseveraban que el modelo a seguir de las mujeres era la Virgen María. Otros tiempos, pero siempre alguien/álguienes empeñados en ponernos un modelo para que nos mortifiquemos y suframos intentando parecernos a él.

http://www.lafabrica.com/index.php?id_documento=136

2 comentarios:

Susana dijo...

Yo creo que hay que entender a Newton dentro de un contexto y de su época. Esto es, fotógrafo del lujo y de un modelo determinado de mujer de los cincuenta a los años setenta (si, ya se que se murió en 2004 y trabajó hasta entonces, pero nunca se hubiera hecho famoso si se le hubiera ocurrido fotografiar cuerpos de mujeres desnudas en nuestra época, por muy eróticas o explícitas que sean esas fotos).A mi no me gusta Helmut Newton, no me interesa, aunque no voy a cuestionar su valor, pero me resulta agresivo y estoy lejos de identificarme con el tipo de mujer que presenta (y yo, a diferencia de todas ellas, que me sacan treinta años, si soy una mujer del nuevo milenio). Pero sí entiendo que en un momento en el que la imagen de la mujer era la perfecta ama de casa, con mandil de cuadros, siempre dispuesta a sacar del horno un pastel recién horneado para ofrecérselo a su marido y a sus hijos, tener la imagen de estas mujeres en un ambiente lujoso, sexualmente desafiantes, si fué rompedor. En cualquier caso, son modelos publicitarias, venden una imagen. Y en ese sentido hemos evolucionado bien poco. Posiblemente las modelos no resultan tan agresivas, pero querida Mercedes, a ti y a mi que sí ponemos lavadoras y desatascamos fotocopiadoras, intentan colarnos lo mismo ahora que entonces.

abbascontadas dijo...

Como yo estoy poco puesto en fotografía me he pasaeado por las fotos de HM que la galería tiene colgadas en su página, y que supongo son una parte (amplia) de las que hay en la exposición. Y me he leído el hilarante texto de presentación sobre el carácter visionario que aporta el fotógrafo de la imagen de la mujer. En la muestra que he visto hay de todo: mujeres fotografiadas. efectivamente, como diosas (y como tal, intemporales e inaccesibles) y otras colindando con lo siniestro (un desnudo berlinés con mucho grano, la mujer que simula un cadáver en el asfalto, la espatarrá que colocas en el blog). En algunos casos me recuerdan al dicho surrealista del paraguas en la mesa de disección (o algo así): ¿que hace una mujer posando en pelotas debajo de una mesa? Las sadomasoquistas de lujo son de vergüenza ajena. Por la cita que leo, a HM le gustaban los entornos lujosos y las mujeres desnudas. Si en algo resultan modernas o contemporáneas, sería por participar de esa corriente que sitúa a la mujer como poseedora de un goce autosuficiente, donde el falo está manifiestamente ausente (en general, aunque está la excepción más incómoda, esa fotografía tan incorrecta en que una mujer desnuda está atada con una correa sostenida por un hombre, aunque tal vez se inscriba en una serie de fotos sobre sadomasoquismo light). No creo que cuando estas fotos fueron hechas la imagen de la mujer fuera la del ama de casa que sacaba pasteles del horno, de hecho los setenta fue la década de la afirmación de la sexualidad femenina. Y, desde luego, la Virgen maría es un modelo mucho más moderno y comprensible: madre adolescente y soltera, con un hijo que en la adolescencia le dio bastantes problemas, para acabar siendo asesinado por un ejército de ocupación en sintonía con la oligarquía religiosa local, su figura sí se parece a la de millones de mujeres en el mundo de hoy.