miércoles, 19 de noviembre de 2008

V de Vendetta, o un viejuno en el metro


Hace unas semanas contaba Elvira Lindo en su artículo dominical el shock que sintió la primera vez que la llamaron “señora”, una especie de aviso de los dioses de que la madurez se aproxima y la vejez aguarda en lontananza. En el cónclave bloguero Susana y Mercedes reconocieron que les repateaba que las interpelaran así (Susana se acordaba perfectamente de la primera vez), aunque a mí lo que definitivamente me molesta es que gente mucho más joven que yo y con la que no tengo ningún trato social se tome familiaridades conmigo para simular que somos coleguillas.

Pero una de las formas más divertidas con que me he tropezado para hacerme ver que soy un viejuno me ocurrió antesdeayer en el bibliometro de Moncloa, donde recalé con mi hermana camino del hospital de La Zarzuela, donde iban a operar a mi padre. Mi hermana vive en Algeciras, así que quería enseñarle el funcionamiento de esas casetillas que reparten libros, y elegí V de Vendetta (por cierto, que anoche descubrimos en cena bloguera que los tres tenemos ese cómic –perdón, novela gráfica-, aunque yo lo tenga que devolver en breve –Susana es tan chula que lo tiene en inglés-). Los libros se piden con un número, y la joven dependienta tenía ya el ejemplar en la mano cuando empezó a mirarme con incredulidad y a preguntarme:
- ¿Es éste el libro que quieres?
- Sí, sí –contestaba yo-
(Repítase esta conversación tres veces)
Y al final se ve que la chica no se pudo aguantar y exclamó:
- ¡Pero si es un cómic!
Yo me sentí algo molesto al ver que se dudaba de mis conocimientos enciclopédicos en el campo de la Literatura, aunque luego me di cuenta de que lo que le sorprendía es que un señor de más de cuarenta años anduviese leyendo tebeos en el metro, y más uno que iba con traje y abrigo y no con camiseta negra, que al parecer es el uniforme oficial y obligatorio en las ferias de cómics y en el Festival de Sitges.

Total, que después de contestarle en tono algo impertinente y punto pretencioso que por supuesto que sabía que era un cómic, me fui rejuvenecido y orgulloso con el tochazo en la mano, a la espera de leerlo para hacer un sesudo comentario sobre implicacioner intertextuales y sustratos míticos de los conflictos diegéticos

2 comentarios:

Susana dijo...

Querido Enrique, lo que te queda es leerlo en público, ostentosamente, en los vagones de metro y trenes de cercanías. Seguro que serás el individuo más observado.

abbascontadas dijo...

Desgraciadamentem los cómics están pensados para jóvenes con una agudeza visual muy superior a la mía, y tendría que leer los bocadillos con lupa, lo que realmente me convertiría en alguien bastante observado, pero incluso mi megalomanía es incapaz de esos alardes.