El éxito de Nocilla dream ha hecho que se bautice como generación nocilla al último grupo de escritores españoles llegados a los escaparates, se supone que jóvenes, aunque Agustín Fernández Mallo supera los cuarenta.
En la solapa del libro se citan a Valente, San Juan de la Cruz y Wittgenstein como autores favoritos, pero a mí la novela me recuerda sobre todo a Rayuela y a La vida instrucciones de uso (en Nocilla experience aparece Cortázar como fantasma que se le aparece a uno de los protagonistas) en la manera en que se insertan citas de todo tipo y por la ilazón entre los fragmentos que conforman el libro mediante objetos o temas, a la manera de motivos musicales.
La edición ideal de este proyecto (una trilogía de la que se han publicado las dos primeras partes) sería como hipertexto: muchas de las referencias son páginas web, y el salto entre los microrrelatos se parece a la lectura que solemos hacer en el ordenador, que de un tema pasamos a otro tangencialmente relacionado con el anterior. Por otro lado, uno nunca está seguro si los referentes de las delirantes anécdotas que se relatan son reales o ficticios. Por lo general, en estos casos prefiero terminar el libro antes de averiguar si lo que se me cuenta es pura ficción o no (distinción sobre la que diserta o ironiza el autor al final del libro), pero en este caso me pudo más la curiosidad y me puse a buscar en la red noticias de las micronaciones de las que se habla en Nocilla dream: pues bien, efectivamente existen, y la foto que ilustra esta entrada es de una de las más famosas, Sealand, cuya historia se cuenta en la novela y en varias páginas web (http://www.diagonalperiodico.net/spip.php?article3724, un artículo muy ameno en diagonal).
Por todas partes se nos informa de que el autor es físico, y que en sus manifiestos pretende aunar literatrura y ciencia como uno de los maridajes claves de la narrativa del futuro. Como yo estoy pez en física cuántica no puedo decir si lo consigue o no, aunque uno de los temas recurrentes del proyecto Nocilla (nocilla que no aparece por ningún lado, salvo en una referencia de pasada en los "títulos de crédito" a la canción de Siniestro toal "Nocilla, qué merendilla") es el carácter inhumano de la visión de la ciencia más avanzada, y el carácter anómalo de la mirada humana: en realidad ésta se define casi como un error en el sistema perfectamentre regulado de la materia.
Aunque como manifiesto poético nada mejor que el fragmento en que se dice que sin luz no habría espacio, cita que se adjudica a Heráclito, a Wittgenstein y al Equipo A: ese desparpajo al situar al mismo nivel referencias tanto a la Haute Culture como a los productos industriales de la cultura de masas configuran este proyecto, entre cuyas muchas virtudes destacaría que está lejos de ser un texto con vocación hermética.
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