Uno de los personajes conductores de Nocilla Experience está obsesionado con Henry J. Darger, "ese hombre que encerrado en su casa de Chicago había escrito y pintado la obra más extraña de la historia de la literatura (...), el solitario por antonomasia". Visita a google a ver si el tal Darger existe, y por las entradas que aparecen se diría que soy el último hombre sobre la tierra que se ha enterado de la existencia de este genio peculiar. Pero como algún lector de este blog tal vez comparta mi ignorancia, contaré que el bueno de Henry se quedó huérfano de madre muy temprano, dio tumbos en su infancia y adolescencia por orfanatos y manicomios hasta que se escapó, para reaparecer años después en Chicago, enclaustrado en una habitación de la que sólo salía para ir compulsivamente a misa y a currar de limpiador en un hospital, y de camino arramplar en contenedores con libros, revistas y cómics para confeccionar unos collages enormes que décadas después de su muerte le han convertido en un siperstar de algo que se llama Arte marginal, o sea, manifestaciones creativas de gente autodidacta que se mantiene fuera de los circuitos institucionales del mundillo artístico. Según leo, sus cuadros alcanzan ya las decenas de miles de dólares de cotización y se pasean por el mundo en exposiciones itinerantes, pero lo mejor es que para el autor eran meras ilustraciones de su obra magna, una novela impublicable de más de 15.000 (quince mil) páginas titulada The Story of the Vivian Girls, in what is Known as the Realms of the Unreal, of the Glandeco-Angelinian War Storm, Caused by the Child Slave Rebellion, título tan genial como el argumento: las Vivian Girls son unas princesas cristianas y preadolescentes que luchan contra los glandequilianos, unos soldados adultos dedicados a esclavizar y torturar niños. Henry J. Darger encargó a su casero, el Max Brod de la historia, que destruyese todo lo que había en su apartamento tras su muerte, pero éste preservó cuadros y manuscritos (también hay una autobiografía de 4.000 páginas centrada en un tornado al que asistió en su infancia, y un libro llamado The weather report en el que se establece un diálogo imaginario con el hombre del tiempo a lo largo de diez años), hoy orgullo de un Museo de Nueva York.
2 comentarios:
Pues yo debo ser la última mujer ;)Te he encontrado cuando estaba escribiendo una entrada en mi blog, a más de una año de distancia.
Veo que hemos seguido un camino paralelo hasta dar con Darger (y que eres tan grafómana como yo).
No conocía el artículo de Mallo sobre el escritor/pintor.
Un saludo!
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