Me he comprado el abono transporte del mes de noviembre, información tal vez poco significativa, dado que cientos de miles de madrileños comparten conmigo esa costumbre mensual. Tengo el B-1, que me permite coger el tren ligero que pasa por la puerta de Prado. Dos veces a la semana lo cojo hasta la estación de Aravaca, y allí me monto en el Cercanías hasta Majadahonda, estación que ya pertenece al área que corresponde al abono B-2. Como nunca pasa un revisor no compro el billete preceptivo. Pero ayer sí pasaron, y justo en los dos minutos que median entre la parada de El Barrial y Majadahonda. Ni siquiera me molesté en fingir ignorancia. Me quedé de piedra cuando me hicieron pagar 8'30 € de billete. Los pagué sin rechistar, ideando alguna queja al servicio de cercanías, o una carta a algún medio gratuito. Pero, al fin y al cabo, está bien que se nos haga pagar por nuestros pecados aunque tanto la magnitud de estos como el de la penitencia sea pequeña.
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