El examen de redactor ha sido relativamente sencillo, pero ha tenido un problema. Ha consistido en la redacción de una crónica de un minuto y cuarto a partir de una rueda de prensa de Víctor García de la Concha y de Juan Luis Cebrián, y de un reportaje de unos cuatro minutos que había que elaborar a partir de tres extensos teletipos. Y ahí estaba el problema: el primero contaba la aventura de dos policías argentinos que, patrullando de madrugada, se tropezaban en el campo con cuatro extraterrestres más bien canijos, que tras el encuentro se volvían a su nave y desaparecían. El segundo recogía una rueda de prensa en la que 14 individuos de diferentes países pedían a Estados Unidos que volviera a retomar la investigación del fenómeno de los OVNIS, fenómeno que al parecer, en un momento de sensatez, alguien suspendió en 1969. El tercero hablaba de un profesor universitario tinerfeño que funda asociaciones y escribe libros para criticar (o deconstruir, hablando en posmodernés) las comunicaciones paranormales (o para anormales) que pululan por los medios acerca de este asunto. Lo dicho, cada loco con su tema, pero no parece de recibo que haya que escribir una extensa pieza sobre semejante majadería para una oposición en la que mucha gente se juega su futuro laboral. El tono del escrito ha sido de pitorreo, porque no se me ha ocurrido otro, y doy por perdida la posibilidad de pasarme a la radio, aunque si lo que hay que escribir es esto, prefiero dedicarme a otra cosa.
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