Jueves, nueve y venticinco de la mañana, línea 3, trayecto entre Lavapiés y Sol. Tengo el tiempo justo para coger el autocar que sale a las diez menos venticinco. Pero el vagón se para un rato, primero entre Sol y Callao; después entre Callao y Plaza de España. Me resigno a hacer transbordo, llegar hasta Colonia Jardín y tomar el tren ligero. Un pequeño desánimo se abate sobre mí, y pienso que va a ser un mal día.
Pero no lo ha sido.
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