Empecé el día con la revista Quimera, a la que estoy suscrito desde hace años sin que habitualmente haga mucho más que hojear sus páginas, simplemente para comprobar que este mundo está lleno de lumbreras de la Literatura cuyo nombre no conozco de nada y probablemente permanezcan en ese limbo por toda la eternidad. Pero en el metro me leí un artículo sobre un blog que giraba en torno a lo que al parecer se denomina generación nocilla, que agrupa a un conjunto de nuevos talentos nacidos en los 70 (más o menos) y que tendrían en Nocilla dream su obra más conocida. Como no tenía mucho que hacer en el trabajo me dediqué a sobrevolar por el blog citado, para descubrir que, en general, era una recopilación de artículos aparecidos en distintos suplementos culturales, por lo que es fácil imaginar su interés. Pero había varios links con blogs de los autores citados, entre ellos el de Vicente Luis Mora, que es el que visité. Vicente tiene un par de libros de creación y de ensayo, y un grupo de lectores que le cuentan cosas. Tiene un standard de jazz de banda sonora de la página de inicio, que me ha acompañado toda la tarde mientras hacía otras cosas en el ordenador. Como uno se vuelve caprichoso con la edad, o tal vez nunca deja de serlo, he pensado que me podía pasar por la Casa del Libro para hacerme con el Nocilla dream, y así añadir lustre a mi currículum, una vez que de Foster Wallace y de Palaniuk puedo hablar con soltura. Todo se ha puesto a mi favor, ya que Susana iba en la misma dirección, y su compañía me ha ayudado a superar la incomodidad de recorrer la Gran Vía ya de noche pero llena de gente. No he encontrado Nocilla dream, pero sí Circular 07, un proyecto que se define como work in progres, del ya a estas alturas omnipresente Vicentito L. Mora. Pero lo mejor es que bajando por Preciados para alcanzar el metro alcanzo a oír una melodía muy familiar que encuentra inmediatamente acomodo en mi cerebro antes de darme cuenta de que era el mismo tema que V. Luis Mora tiene te portada en su web. Reconfortado por estos destellos de un orden oculto y estético, que a veces parece emerger para decirnos que este mundo es probable que no tenga sentido pero a menudo tiene buen gusto, me he metido en el vagón, sólo para descubrir que el circular del título es la línea de metro con ese nombre, tal vez una indicación amistosa de ese mismo orden para recordarme las distancias entre ficción y realidad, ya que la línea que me lleva a casa es la 3.
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