Tras un corecto examen para sacar la plaza de redactor de televisión me fui a casa de Alejo, que había preparado una soirée cinematográfica y una cena. Cuando llegué acababa de empezar uno de esos cortos que hacían los animadores checos con plastilina. Era la historia de un pobre hombre que tras un accidente tiene que andar con los ojos vendados, y como consecuencia de ello todo su entorno cotidiano se convierte en un espacio hostil y acerado. En esas surge un ser angelical, una especie de ángel de la guarda que le socorre en los peores momentos. Tras la recuperación de la vista, el ex-ciego descubre que esa figura cuyo nivel de realidad no estaba claro resulta ser una enfermera cuya bondad sólo tiene parangón con su belleza. Al final todo se llena de color y la pareja asciende a los cielos abrazada. El corto es naif y bonito, y marcará el tono de las secuencias con las que Alejo nos amenizará durante la velada. Así, nos regalará con una de las secuencias más desarmadoramente kitsch de la historia del cine, cuya sinceridad hace que bordee el ridículo para aposentarse con seguridad en los dominios de lo sublime: Catherine Deneuve implorando a su chico que no se aliste en Los paraguas de Chersburgo. Luego vendrán Candilejas (el éxito de la bailarina en la representación de Cascanueces), un inquietantemente hermético cortometraje del Polansky de los inicios polacos, una sorprendente secuencia de una película de los primeros años del sonoro, Amanecer en París, Rouben Mamoulian, y algunos vídeos musicales de Michel Gondry, a la vez brillantes y sencillos. En uno de ellos, una cantante que parece que es Kylie Minogne se da una vuelta por su barrio en un plano secuencia muy coreografiado, para volver de nuevo al punto en que empezaba la acción, momento en que una doble de la cantante aparece y repite el trayecto de la primera, que no desaparece de plano, y así una tercera vez. Creo que Gondry se ha convertido en el maestro sentimental de una generación de cinéfilos, con esa puesta al día de los cuentos de hadas que hace. La verdad es que resultó una selección curiosa para alguien que cumplía 23 años. A mí me pareció digna de alguien bondadoso, aunque a Mercedes le resulte insoportable. Qué le vamos a hacer.
1 comentario:
Encima de lunes, esto
A mí no me resulta "insoportable" tu amigo Alejo. Y si ese fue el adjetivo que utilicé, fue en un contexto de conversación ligeramente frívola y exclusivamente ORAL, donde las palabras no caen con ese peso que tienen las escritas. Además, a mí también me gusta mucho Michel Gondry.
Esta mañana he estado 35 minutos con un frío polar esperando una ruta que no llegaba, hasta que me ha rescatado Angelines en un taxi. Y cuando he llegado al despacho, con un humor de perros y el cuerpo tembloroso, encima me regañan porque voy poco abrigada. Realmente, cuando piensas coger una ruta que te va a dejar en la puerta de tu oficina no sueles abrigarte como para ir al Serengueti. Pero la palabra fetiche es "capas, capas".
Publicar un comentario