viernes, 16 de mayo de 2008

Accidentes en Cannes

Aparte de cosas como que a Jose se le cuelgue el iNews (ha ocurrido esta tarde y se ha puesto histérico hasta que ha optado por el word), hoy puedo contar que me he quedado atrapado dos veces en el mismo ascensor, el que nos subía a la terraza de MK2 (la productora de Marin Karmitz, alguien con mucho peso en este festival). Primero subía con Alberto a hacer una entrevista a Steve McQeen, que no es el actor sino un artista negro (chistes por el camino acerca de posible ascendencia irlandesa) que se ha metido a contar la huelga de hambre que se llevó al otro mundo a Bobby Sands y a otros presos del IRA a principios de los 80. Pues antes de llegar a la sexta planta se ha parado el ascensor. Se cerraba, subía un palmo y volvía a pararse. Tras diez minutos entre tediosos y jocosos hemos alcanzado el punto en que la puerta de abría y hemos continuado andando (la entrevista ha sido todo un éxito, la peli se la había visto Alberto y yo he ido de traductor; como el polifacético multiartista hablaba muy rápido, tras hacer las cuatro o cinco preguntas que me había soplado Bermejo nos hemos despedido -cinco minutos de conversación-, y el director se ha puesto muy contento y nos ha felicitado por la concisión y rapidez con que hemos resuelto el encuentro-él ha colaborado porque ha sido interesante e inteligente en sus respuestas-).

Después de comer y pasar por el Fnac a comprar unos bafles para el Avid nos hemos tropezado con Mónica Hidalgo, una de las personas más agradables que uno se puede tropezar aquí y en cualquier parte del planeta. Pues que resulta que quería encontrar a Gingfer Corbett, afamada agente de prensa, y yo me la acababa de encontrar en la terraza de donde veníamos, así que por pegar la hebra un rato con ella (y su jefe) nos hemos encaminado al fatídico ascensor, que en este caso ni se ha dignado a ascender el palmo de antes, y así nos ha tenido observando la pared durante diez minutos, hasta que alguien ha aparecido por allí y nos ha abierto una puerta.

Comentándoles que escribía un (modesto) blog, todos hemos coincidido en que era aventura digna de reseña, y aquí queda contada.

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