La película comienza con un plano godardiano (o sea, de espaldas) de un anciano con corona. Tras unos minutos en esa tesitura nos lo encontramos andando por un paisaje rocoso y desolado. Ya está, piensa uno, el Rey Lear. Al cabo de un rato entra en plano otro personaje andando penosamente, y también con corona, y luego un tercero. Joder! Los Reyes Magos, se le ocurre entonces al espectador, un poco de cachondeo. Pues sí, la película de Albert Serra va de los reyes magos en peregrinaje por desérticos espacios. Evidentemente, como El canto de los pájaros es moderna, van a pie, y los tres tiran a garrulos. Tras un cuarto de hora en que se les ve marchar en espectaculares planos en blanco y negro (y que parte de la sala aprovechó para pirarse del cine), nos encontramos con unas secuencias hilarantes en que los tres se ponen a discutir si es mejor volverse y si no estarán haciendo el panoli, y otra en que están incómodamente durmiendo en el suelo y empiezan a moverse para acomodarse en condiciones. Tras la aridez previa, el cine se caía al suelo de las risas. Luego apareció un ángel que parecía sacado de una película de Straub, y ya empezaron a salir la Virgen y San José, que por alguna razón tenían un corderito en vaz de la vaca y la burra de rigor. Los reyes llegan, se portran ante la sagrada familia un buen rato, y se vuelven por otro sitio porque la peli se acaba en un bosque. A mí me gustó, aunque nadie se va a hacer millonario con ella. El productor me contaba que es una ruina porque es el tipo de peli que te piden en todos los festivales, y hay que tirar copia y pagar el viaje a aquellos a los que el festival no invita. Albert Serra parece un poco sobrado, aunque en la entrevista no estuvo mal (un punto agresivo y chulesco, como cuando dijo que lo de aparecer en la lista de las mejores pelis de Cahier era relativo, ya que detestaba las cinco primeras).
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