Tras muchos avatares conseguimos mandar todas las piezas prometidas, que eran cuatro, aparte las que ya habían salido previamente. Fue un día de infarto, que diría un periodista, con Pedro el montador pegado al avid desde las ocho de la mañana a las nueve de la noche, que estuvo pariendo imáqgenes a trozos. A última hora descubríamos que faltaban clips o entrevistas por digitalizar, y la experiencia ha demostrado que es necesario alguien de realización que esté encima del material. Por la noche habíamos quedado a cenar con el equipo del Plus y de TV3, pero (aunque habíamos reservado mesa) nos tuvieron esperando en la puerta media hora, y una vez dentro nos volvieron a echar para fuera, momento en que Pedro (que andaba con taquicardia y dolor de cabeza) aprovechó para marcharse, conmigo a su rueda. Cenamos en un argelino estupendo, en uno de los callejones que llevan a mi apartamento, y a mí se me caían los ojos de sueño. En esas José llamó porque quería mandar unas colas de Clint Eastwood en la playa antes de su directo, y me tocó volver a la oficina, donde me tumbé en el suelo para aprovechar los minutos. Y así acabó el día más temido/esperado. En Madrid nos han contado que se quedaron hasta las doce y media volcando el programa, pero que ha sido un éxito, y hemos sido felicitados por ello.
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