Pues en medio de un día durante el que hemos mandado dos piezas para el Telediario, y José se ha hecho cuatro directos, me he podido meter a ver la segunda película a competición (la primera era la que inauguraba, Blindness, que me salté sin ningún problema de conciencia), Vals con Bazir, del para mí desconocido Ari Folman; un sorprendente documental de animación (recuerda a Linklater) acerca de las pesquisas que hace el narrador/director para recuperar los recuerdos de su participación en la invasión del Líbano, y más concretamente, en las matanzas de los campos de Sabra y Chatila a manos de los falangistas protegidos por el ejército israelí. La arriesgada opción de pasar a dibujos lo que narra le sale bien, y dota de una estética apocalíptica y onírica a los recuerdos, imágenes fantasías y visiones que van desgranando las diversas personas que aparecen por la pantalla. Como el espectador sabe desde el principio, al final de la búsqueda se encuentra el horror, que emerge cuando la animación abandona la pantalla y nos enfrentamos a las imágenes crudas del vídeo.
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