Son muchas las cosas que pueden salir mal el día en que viajamos a Cannes, así que cada vez que se supera una prueba sólo es un impulso para hacer frente a la siguiente. La más sencilla es llegar al aeropuerto, comprobar que todos estamos allí, facturar el equipaje y embarcar. Parece sencillo pero siempre puede surgir un imprevisto, como un atascazo en la M-40 por culpa de un accidente. El taxista nos ah dado una vuelta por la nueva arquitectura de los Paus madrileños. pero hemos llegado a tiempo, los seis del equipo (Alberto y Míchel por Días de Cine, José por informativos, Pedro como montador y Jero como cámara). Una vez en el avión uno se relaja, hasta que empieza a pensar en el siguiente asunto. Los últimos años siempre se ha quedado alguna maleta en tierra. Este año no ha sido así. Una minibús nos estaba esperando, nos ha dejado en nuestros respectivos apartamentos, el encargado de las llaves estaba allí. En el momento en que llegaba al mío han llamado de UPS porque tenían que descargar el equipo de edición que había enviado por correo, y al parecer no había nadie para abrirles la puerta. He dejado a Alberto y a Míchel al cuidado del apartamento, y me he dirigido a la oficina, pero por el camino se ha solucionado todo el asunto. Lo que ha sido terrible ha sido entrar en el piso donde vamos a estar quince días. Me habían avisado de que las escaleras no estaban en buen estado, pero lo que he visto es una casa en ruinas. Se ve que aquí nadie se gasta un euro en las zonas comunes. El piso resulta que tenía sólo dos habitaciones. la tercera era un estudio interior que apesta a algo que es pintura en el mejor de los casos. Como soy así de sacrificado me he quedado con él. Aparte del olor, la luz que tiene es deprimente, unos farolillos rojos de luz indirecta. Hemos huido de allí en cuanto hemos podido, y hemos comido estupendamente. José nos contado que su apartamento es genial, igual que el año pasado. Tras pedir las acreditaciones (el morbo de todos los años, de qué color serán este año, a mí me han vuelto a dar la amarilla, Alberto tiene la rosa y Míchel se conforma con la azul) y dejar a Pedro montando el chiringuito nos hemos ido todos a buscar entrevistas. El único nubarrón, por ahora, apartamento aparte, es que el ADSL no le funciona a José (como siempre, por otra parte).
Mañana empieza el Festival, con la adaptación que Mereilles ha hecho de El ensayo sobre la ceguera de Saramago, y que probablemente tenga un apacible pase sin mi presencia.
1 comentario:
Observo que dos días después de tu llegada a Cannes no nos cuentas NADA MÁS!!!!!! Ni una sola palabra acerca de la inauguración, de las pelis que has visto, de lo que vas a ver, de lo que ocurrirá el fin de semana, chismes sobre Michel... vamos, que nos has abandonado. Sólo te salvará decir que tienes mucho trabajo, porque si no... En fin, que he tenido que acudir a El Pais y a Carlos Boyero, con lo mal que me cae, que sí enviará una crónica puntual y diaria del Festival (si, si, ya se que a él le pagan un pastón por hacer esto y tú al fin y al cabo sólo lo haces por amor al arte), pero podrías currarte un poquito más el blog, estos días de Cannes son ideales para escribir un diario. Y ya si pudieras incluir alguna foto sería la pera (en El Pais sale Julianne Moore, pero tú podrías ofrecernos algo de Cate Blanchet, o de Sean Penn, o de Gael García Bernal, o de Satrapi, o bueno, una foto de ese apartamento terrible en el que estais metidos)
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