Como hasta las marmotas como yo se ven acometidas de vez en cuando por ese mal contemporáneo que es el insomnio, ayer estaba a la una y media de la noche viéndome el sketch de Muchachada Nui en el que se parodia a Lars Von Triers (probablemente el director más nefasto del último cuarto de siglo, cetro que en estos momentos le disputa con furia y talento el merluzo de Iñárritu), cuando caí en la cuenta de dos cosas: que todas las parodias son iguales (básicamente consisten en presentar como megalómanos narcisistas ya sea a Bono, a Adriá, a Tarantino o a Kofi Annan), aunque muy graciosas, y que soy un perfecto representante de un consumidor de tecnología contemporáneo: tengo mi blog (en el que escribo más que la media, seguro), no sé demasiado de informática pero me paso la vida mandando emails, escribo en mi móvil los sms sin necesidad de mirar el teclado (como los protas de Infiltrados) y siempre voy dos pasos por detrás de las últimas tecnologías, como le pasa a casi todo el mundo. Adiós al aristocrático concepto del aislamiento y la soledad en un mundo hundido en el magma homogeneizador de la red. Ya soy una de las células que viaja por sus arterias.
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