Después de quedarme dormido en la película de Woody Allen (he visto los clips y he descubierto que me perdí uno de los mejores gags de Vicky Victoria Barcelona) prometí no volver a meterme en un cine a las diez de la noche, pero tuve que hacerlo para ver la película de la Martel porque me tocaba hacer las entrevistas. El principio estaba bien, aunque todo sonaba a ya visto, pero al cabo de un rato empezaron a cerrárseme los ojos, así que procuré tomar nota de las principales relaciones que se daban en la peli. Caí dormido y me desperté con la gente saltando por encima de mí para abandonar la sala una vez terminada la proyección, avergonzado del siestón que me había pegado. Alberto me contó a la salida el final, y que en su fila descubrió hasta ocho durmientes (entre ellos Nando). A la entrevista llegué tarde porque al cámara le mandé el mensaje al móvil equivocado, y apareció más de media hora tarde tras uno de esos divertidísimos altercados que pueblan su vida, en este caso con la señora de la limpieza, a la que encontró revolviendo la habitación cuando salía en pelotas de la ducha y a la que echó con cajas destempladas. Para colmo de males se olvidó su acreditación y no querían dejarle pasar al lugar de las entrevistas. Al final no pasó nada, la actriz estuvo muy bien, y Lucrecia en plan lacio, que dirían en mi casa, lo que unido a mi falta de interés no dio lugar a una entrevista antológica, ni mucho menos.
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